Sin televisión, sin redes sociales ni memes de Whastapp, el "fjaka" es detenerse y darse el regalo de no pensar.
El Mercurio
SANTIAGO.- Desconectarse realmente, dejarse llevar por ese deseo profundo de detener toda actividad, todo pensamiento. Apagar el switch, para algunos; no hacer nada para otros. Más o menos de eso se trata el "fjaka", un término croata que se ha popularizado en el último tiempo como una ayuda más para alcanzar la felicidad en la estresante rutina de un ciudadano común, encumbrándose al lado del "hygge" danés y el "lagom" sueco.
Se trata de
"un estado sublime en el que el ser humano no aspira a nada", explicó una periodista de Nueva York, tratando de describir lo que era el "fjaka" en una nota para la BBC. Según ella, al preguntarle a un croata su significado, se le decía que este era "un regalo de Dios. Y que se debe experimentar para entenderlo".
Eso sí, se le hizo complicado comprender sus beneficios cuando tuvo que esperar una hora y media en un café, en pleno verano, a un croata que le daría las llaves del departamento donde se alojaría. Cuando le preguntó a una mesera si había visto al sujeto con el que se encontraría, esta le respondió "está probablemente en 'fjaka'".
Cuando "el sentido del tiempo se pierde"
Muchos coinciden que el "fjaka" surgió en Dalmacia, región croata en la costa del mar Adriático, donde
el fuerte calor obliga a la gente a precisamente no hacer nada durante un tiempo en el día. Y para aquellos que no logran desconectar su cabeza de las preocupaciones laborales, pareciera que el término croata sería una buena manera de obligarse a descansar la mente.
Sin televisión, nada de zapping en redes sociales ni memes de los grupos de Whastapp, el "fjaka" es detenerse y darse el regalo de no pensar y contemplar el aquí y ahora.
Quizás las palabras del poeta croata Jakša Fiamengo ayuden a explicar mejor esto, cuando escribió que es "un estado más allá del ser o, si se quiere, profundamente dentro del ser, un tipo especial de inmovilidad general,
somnolencia y entumecimiento, cansancio e indiferencia hacia todas las necesidades importantes y secundarias, un estupor letárgico y una pasividad general en el viaje hacia la nada en general".
"El sentido del tiempo se pierde, y su propia inercia y languidez dan la impresión de un instante liviano", agregó.