Cleveland Clinic / Captura YouTube
SANTIAGO.- "Quiero ayudar a otras personas", asegura
Katie Stubblefield, una joven estadounidense a la que
la vida le dio otra oportunidad, y cuya
dramática historia aborda de manera especial y a través de una serie de impactantes fotografías, la edición de septiembre de la revista National Geographic.
Todo comenzó en
marzo de 2014, cuando Katie tenía 18 años y su mundo se vino abajo debido a varios eventos que se dieron en paralelo. Por un lado, su madre quedó sin trabajo y, por otro, la joven halló mensajes de texto de una mujer en el teléfono de su novio. Asimismo, Katie sufrió una serie de problemas de salud, que le significaron someterse a cirugías de vesícula biliar y apéndice.
Agobiada,
Katie tomó una decisión radical e intentó quitarse la vida con una escopeta. La joven
sobrevivió, pero
su rostro quedó muy dañado.
"Nunca pensé hacer algo así antes", confesó Katie a la revista, agregando que
se siente horrible por haber "sometido a mi familia a tanto dolor".
Katie fue atendida en la Cleveland Clinic de Ohio, donde
los doctores lucharon por mantenerla con vida, dejando de lado -por el momento- el hecho de que había perdido gran parte de su rostro.
Luego
vinieron una veintena de operaciones para intentar reparar los daños y, una vez estabilizada, los médicos comenzaron a evaluar la
posibilidad de someterla a un trasplante de rostro.
Después de 14 meses de espera,
en mayo 2017 Katie se convirtió en la receptora número 40 de trasplante de rostro en el mundo y la más joven en Estados Unidos. La donante fue Andrea Schneider (31), quien falleció de una sobredosis de droga.
La operación se extendió por 31 horas y 11 cirujanos participaron en ella.
El procedimiento fue exitoso, aunque Katie ha debido someterse a otras tres cirugías desde entonces. Además, deberá tomar drogas inmunosupresoras por el resto de su vida, para evitar el rechazo del tejido.
Katie junto a sus padres Robb y Alesia. Crédito: Cleveland Clinic / Captura.
Actualmente la joven estudia Braille y asiste a terapias para continuar su recuperación. Además,
trabaja en acostumbrarse a su nueva realidad e identidad.
"Me siento una niña de nuevo. Tengo que aprender todo", explica ayudada por sus padres, ya que aún no puede hablar bien.
Katie también hace un llamado a la donación de órganos. "Muchas personas todavía están esperando por donantes; hay miles de personas que necesitan órganos o tejidos. Hay personas muriendo todos los días porque no tienen un donante", sostiene y agrega:
"Es tan importante que las personas sean donantes para ayudar a otros".
Sin embargo, crear conciencia sobre la prevención del suicidio se ha transformado en su objetivo de vida. "Muchas personas me han ayudado; ahora yo quiero ayudar a los otros", afirma.
"La vida es preciosa y hermosa. La vida es un regalo (...) No importa lo que estés pasando, hay alguien con quien puedes hablar. Siempre hay ayuda disponible cuando alcanzas un punto bajo. Estoy muy agradecida de poder compartir sobre eso", concluye.