"Solo quiero que esto termine", dice Al-Kontar, quien lleva 165 días en el Aeropuerto Internacional de Kuala Lumpur.
Captura de Twitter
SANTIAGO.- Hassan Al-Kontar (37) dice que es optimista, y que eso le ha ayudado a superar la depresión. Los ciento sesenta y cinco días que lleva "atrapado", como dice, en un terminal aéreo del Aeropuerto Internacional de Kuala Lumpur los ha sobrellevado, entre otras cosas, gracias al humor.
En su cuenta de Twitter (@Kontar81), su único vínculo con el mundo fuera del terminal aéreo, comparte imágenes de él cuidando su "jardín" –una pequeña planta-, junto a su "mascota" -una llama de peluche-, y hasta hizo el famoso "Kiki Challenge", ayudado por un trabajador del aeropuerto que hacía avanzar unos carros para transportar maletas. Pero desde la misma red social, cuenta su historia y su pesadumbre por no encontrar país alguno que lo reciba.
Originario de Sweida, al suroeste de
Siria, este hombre se encontraba trabajando en los Emiratos Árabes cuando estalló la guerra en su país, el año 2011. "
Rehusé unirme al ejército porque no creo en la guerra, así que
el gobierno sirio empezó a buscarme", resumió en una entrevista a BBC. "Las autoridades de los Emiratos quisieron deportarme a Siria, pero después de protestar e insistir para que me llevasen a cualquier otro sitio, me mandaron a Malasia", agregó.
En este nuevo país alcanzó a estar tres meses antes de que se acabara su permiso de ingreso temporal, y buscó un nuevo destino que no le exigiese el mismo visado por ser sirio. Probó suerte en Camboya, pero lo mandaron de vuelta. Intentó irse a Ecuador, pero -según dijo- en el mismo aeropuerto de Kuala Lumpur, Turkish Airlines no le permitió embarcar. "Así que perdí todo mi dinero", declaró.
Atrapado en el terminal
Al-Kontar vive desde el 7 de marzo en el terminal aéreo de llegadas internacionales del aeropuerto malasio. Allí, pasó su cumpleaños el 13 de julio y ahí, debajo de unas escaleras mecánicas, tiene una colchoneta que usa de cama, junto a su modesto equipaje. "AirAsia me da tres comidas al día, que es con lo que sobrevivo", ha explicado.
Y aunque dice que ha perdido peso de forma constante desde que está en el aeropuerto, se ríe de sí mismo mostrando videos donde se ejercita, como parte de su supuesta rutina diaria.
Hasta el 24 de abril tuvo contacto con personas del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), pero no obtuvo "soluciones reales" para su situación. "Al principio estaba enojado con todos, hasta que me di cuenta que los países no me rechazan por razones personales, me rechazan porque soy sirio (…) Soy parte de la tragedia de los refugiados sirios que partió en 2011", reflexionó.
La luz de esperanza que lo mantiene firme se la dio un grupo de voluntarios canadienses que reunió dinero para costear su traslado hasta Canadá, y dio inicio a una petición en internet -"Let Hassan Fly to Canada" (dejen a Hassan volar a Canadá)- para solicitar al ministro de Inmigración de ese país que le conceda el asilo en un corto plazo, ya que los trámites para pedirlo de forma regular pueden llegar a tardar hasta 26 meses. Este periodo de espera podría tener un alto costo para el hombre sirio, debido a que su salud y ánimo se están deteriorando con el paso del tiempo.
"Solo quiero que esto termine", dijo Al-Kontar a The Guardian, donde aseguró que la población siria está enfrentando "un nuevo tipo de racismo" en la era actual. "Nos están pidiendo que nos convirtamos en ilegales, o que nos ahoguemos en el Mediterráneo o que caminemos por meses por las montañas. Entonces, si logramos sobrevivir a todo eso, quizás podríamos tener una oportunidad para pedir asilo". "Un refugio es todo lo que pido, solo uno", ha declarado.
