Las organizaciones encargadas también han culpado al sistema escolar alemán por no incluir clases obligatorias de natación a una edad temprana.
EFE
SANTIAGO.- El consejo es simple, pero muy poca gente hace caso: "cuando sus hijos y nietos estén en el agua, guarden sus smarthphones", dice Achim Wiese, vocero de la Asociación Alemana de Salvavidas (DLRG), a propósito del gran número de personas que se han ahogado este verano boreal en Alemania, entre ellas, varios niños.
Se estima que en el último año
más de 300 personas se han ahogado en el país europeo, y durante estos meses de calor, difícilmente pasa un día en que no se conozca otro caso. Entre la cifra de niños, se han registrado 20 de menores de 15 años, y los salvavidas y encargados de la seguridad en piscinas apuntan a los padres y sus teléfonos inteligentes como parte de los responsables.
"Vemos diariamente que las personas
tratan a las piscinas como si fueran un jardín infantil y simplemente no prestan atención (a lo que hacen sus hijos)", criticó Peter Harzheim, de la Federación Alemana de Supervisores de Piscinas.
"En el pasado, los padres y abuelos pasaban más tiempo con los niños en la piscina. Pero cada vez más padres se obsesionan con sus smarthphones y no miran a la izquierda o derecha, y mucho menos prestan atención a sus hijos", agregó a la prensa alemana.
Asimismo, las organizaciones encargadas han culpado al sistema escolar alemán por no incluir clases obligatorias de natación a una edad temprana en su malla, y al hecho de que los recortes presupuestarios han reducido los horarios de apertura de las piscinas, haciendo difícil para los padres -que suelen trabajar a tiempo completo- poder acompañar a sus hijos a talleres para aprender a nadar.
Según Axel Dietrich, de la Asociación Alemana de Natación (DSV), el país corre el peligro de convertirse en una nación de gente que no sabe nadar. "Muchos carecen del conocimiento correcto sobre cómo comportarse en el agua", dijo.
Para él, los casos de ahogo de este verano se han debido principalmente a que las personas "no sabían nada sobre la temperatura del agua y las corrientes (…) o porque repentinamente tuvieron un calambre en la pierna, en medio de un lago, y no tenían idea qué hacer".