La pareja fue rescatada el quinto día por un buque griego.
Captura Ngnovoros.ru
SANTIAGO.- No hay que entrar en pánico ni gastar energía en cosas negativas. Ese es el consejo principal que dio una mujer para enfrentar una experiencia como la vivida por ella en agosto, cuando junto a su esposo quedó a la deriva en el mar Negro, por cinco días y sin comida ni agua para beber.
Iba a ser una pesca de media hora, cuando
Nadezhda Achapkina y Mikhail Alaverdyan se adentraron en el mar con su
bote inflable, en la costa de la
ciudad rusa de Novorosíisk (al suroeste del país). Y dado el poco tiempo que destinarían a la actividad, con suerte llevaron semillas de girasol para comer.
"El mar era como un lago, sin olas", relató Achapkina a la prensa local, una vez que sobrevivió a los duros días que continuaron. Momentos después de zarpar, comenzó a soplar
un fuerte viento que no les permitió regresar a la costa, por más que remaran hasta 40 minutos en el intento. Y para colmo, luego perdieron los remos.
Según explicó la mujer, la primera noche la recuerda muy fría. "Casi no hablábamos, porque no había nada que decir", dijo. Más bien la pareja esperó paciente que el sol les brindara calor, pero una vez que amaneció y pasaron algunas horas, los rayos comenzaron a quemar su piel.
Barcos y buques pasaban a lo lejos y parecían no verlos, por más que gritaban y alzaban sus brazos con desesperación.
La tercera noche, Achapkina se despertó. No sabe si fue por el ruido del viento o por las fuertes olas que sacudían su bote en medio de una gran tormenta. La mujer recuerda que abrió sus ojos y vio a su marido durmiendo, y en ese momento, su modesta embarcación se dio vuelta. Ese día perdieron las pocas semillas que les quedaban para comer y los gorros que usaban en el día, para protegerse del sol.
"Christos" los salvó
Cuando dejaron de ver la costa, el miedo se hizo más real y las cosas se descontrolaron un poco. Era el cuarto día y el agotamiento y la deshidratación, más el temor a morir, les provocaron alucinaciones. Escucharon voces y hasta terminaron gritándole al agua, relató la mujer.
Achapkina dijo que todo el tiempo estuvieron rezando. Y fue en uno de esos rezos, en el quinto día, que el buque Kriti Rock, de bandera griega, los salvó. "Al mediodía vimos que venía hacia nosotros y no cambió de rumbo. Anteriormente, siempre empezábamos a gritar cuando veíamos barcos, pero esta vez decidimos actuar de manera diferente", dijo la mujer, antes de relatar que esperaron a que el Kriti Rock estuviera cerca para lanzarse voluntariamente al mar.
Una vez arriba del buque, la pareja recibió asistencia, comida, abrigo y pudieron comunicarse con sus familiares. Asimismo, conocieron al capitán de la embarcación,
Christos Konstantinidis. Según Achapkina, el hombre tiene imágenes de la Virgen y de Jesús en su cabina, y suele rezar sagradamente a las 12 pm.
"Pero el día que nos encontraron, el capitán, por alguna razón, no fue a rezar y subió a cubierta. Ahí, inmediatamente, los marineros le gritaron que nos habían visto", aseguró.
Achapkina cree que dando a conocer su historia, otras personas pueden salvarse si viven algo parecido. Por eso dio algunos consejos: "Lo más importante es mantener la calma, incluso en una situación de emergencia. No entrar en pánico ni pensar que pasarán cosas malas".
"Si uno de nosotros hubiese entrado en pánico, no lo habríamos logrado", concluyó.