Reuters (imagen referencial)
SANTIAGO.- El 27 de enero pasado,
William Brown ingresó a una tienda de Forth Worth, Texas (Estados Unidos), para comprar un
cigarrillo electrónico. Luego de adquirirlo, el hombre de 24 años
se subió a su auto y encendió el dispositivo para fumar, pero este sorpresivamente
explotó en su rostro.
Según relató su abuela Alice a diversos medios estadounidenses, tras el estallido su nieto
alcanzó a salir del auto, pero no pudo mantenerse en pie y colapsó.
El hombre fue
trasladado a un hospital, donde
dos días después falleció. De acuerdo a The Washington Post, el forense estableció como causa de muerte una
apoplejía, luego de que la
arteria carótida en su cuello
sufriera un "traumatismo penetrante".
"Él era un niño muy dulce", declaró el padre de la víctima, Steve Brown.
Crédito: Fox News / Captura.
Según el medio estadounidense, la de Brown es la
segunda muerte reciente producida por la explosión de un cigarrillo electrónico. Por esta razón, la abuela y el padre de la víctima manifestaron su esperanza de que el deceso de William sirva para
crear conciencia de los riesgos asociados a esos dispositivos.
"Alguien obtendrá un buen corazón", señaló Alice, recordando que su nieto era donante de órganos.
Muchas personas alrededor del mundo optan por los dispositivos electrónicos -también conocidos como vaporizadores- como alternativa para dejar de fumar. Sin embargo, los especialistas han advertido que si bien ayudan a que los pacientes disminuyan la cantidad de cigarrillos que consumen, generan casi la misma concentración de sustancias dañinas en el cuerpo que los convencionales.