SANTIAGO.- Ingresar a un jardín infantil es un gran paso tanto para los niños como para sus padres. Se trata de una nueva etapa, que es enfrentada de diferente manera dependiendo de la edad del menor y de la crianza que ha tenido, entre otros factores.
¿Cómo abordar esta situación? Dos psicólogas apuntaron en Emol algunas recomendaciones para que la adaptación de los hijos sea de la mejor forma posible.
Socialización previa
La psicóloga infanto juvenil y directora nacional del Colegio de Psicólogos, Isabel Puga, señala que una parte de cómo enfrentan los niños este nuevo espacio "tiene que ver con las oportunidades que han tenido o si las madres han socializado a los niños con otros niños".
Por lo mismo, recomienda que "si van a poner a un niño o niña en un jardín infantil, que hagan un poco de socialización, que estén en lugares donde hayan otros niños primero que todo, ya sean hijos de amigos, parientes, que se relacione con otros".
Periodo de transición
"Hay varios jardines que tienen periodos de transición, donde los niños se adaptan", comenta la psicóloga infanto juvenil Valeska Woldarsky, precisando que se puede en un principio "partir un par de horas y después llevarlos a la casa".
En esa línea, Puga afirma que en algunos establecimientos "permiten que esté la mamá un tiempo para que se adapte, entonces la dejan estar sentada un rato para que le presente a su hijo o hija que el lugar es seguro, que es un buen lugar, que puede hacer actividades de todo".
Por ello, recomienda optar por lugares en que autoricen que esté alguno de los padres "por un par de días por lo menos, o que puedan conocer el lugar antes de entrar".
Sobre el tiempo que demoran en acostumbrarse a estar en este nuevo espacio, Woldarsky señala que depende de cada menor y que puede ser incluso un periodo de uno o dos meses.
Asimismo, la psicóloga indica que los hijos pueden llevar un objeto de la casa que les permita tener confianza, como un peluche. "Todo ese tipo de cosas que son objetos que permiten y facilitan la transición de un espacio a otro", dice.
Dar aviso para reducir ansiedad
Woldarsky afirma que es necesario decirles a los hijos que van a ingresar al jardín infantil. "Ellos tienen que saber dónde van a ir, por qué van a ir, qué van a hacer, avisarles a la hora que los papás los van a ir a buscar", asegura. Esto último, por ejemplo, diciéndole al niño que después de que él almuerce se van a ver.
"Eso permite que el niño se anticipe a todas las situaciones, porque una de las grandes maneras de poder trabajar y disminuir el nivel de frustración de los niños es anticipándoles lo que va a ocurrir", añade.
Por su parte, Puga expresa que lo recomendable es que "la mamá llegue a la hora que llegan las otras mamás, que es la hora de salida, en que salen todos los niños y que ahí esté la mamá o la persona que lo va a buscar, eso es suficiente".
Rutina en la casa
Para favorecer el proceso de adaptación Woldarsky comenta que lo ideal es mantener los mismos horarios que tienen durante la semana. Se debe evitar, por ejemplo "que en el jardín duerman siesta y en la casa no" y además se deben "ajustar los periodos de sueño".
Sobre esto coincide Puga, quien asegura que "lo más importante es que los niños se levanten temprano y tengan una rutina".
En esa línea, explica que las rutinas son fundamentales y que deben mantenerse durante toda la semana. "Los niños de dos o tres años se levantan como a las 6:30, que los sábados y domingos también se levanten a esa hora más o menos y que haya desayuno, la rutina de vestirse, el almuerzo como a la misma hora y lo mismo con la hora de acostarse".
Reflejar tranquilidad
"A veces los adultos estamos muy ansiosos porque se adapten rápido, que lo pasen bien, que estén bien", señala la directora del Colegio de Psicólogos.
Así, afirma que esta ansiedad es "muy potente" y que tiene que ver con las historias personales de cada padre.
Por eso asegura que "si lo voy a poner en una institución que a mí me parece que es segura, que es un buen lugar para mis hijos, transmitir esa tranquilidad".
Además, indica que no se debe tomar el llanto como una emoción negativa, sino como una reacción normal ante una situación nueva.
De esta forma, no se debe "pensar que va a llegar feliz, sino que también puede tener sus momentos de ansiedad, temor y frustración", frente a lo cual hay que "abrazarlo, contenerlo y transmitirle que la persona con la cual lo estoy dejando es una persona segura".