SANTIAGO.- El cáncer de tiroides es el crecimiento anormal y no controlado de las células tiroideas. Por lo general, se presenta como nódulos dentro de esta glándula, que se ubica en el centro del cuello cuya principal función es producir las hormonas tiroideas, las encargadas de mantener un metabolismo adecuado en el organismo y que los órganos del cuerpo funcionen de manera correcta. Todavía no se conocen las razones de por qué la enfermedad se desarrolla en esta glándula.
Este mal se puede presentar en ambos sexos –aunque afecta más a mujeres- y a cualquier edad, siendo más frecuente después de los 40 años. También hay que señalar que la mayoría de los nódulos que aparecen en la tiroides suelen ser benignos, y solo entre un 5 y 10 por ciento puede llegar a ser cáncer.
Quienes tienen más riesgo de padecerlo son personas que han sido expuestas a la radiación en el cuello en la niñez y en aquellos con antecedentes familiares.
En la mayoría de los casos, la extirpación del cáncer se hace mediante una operación. Sin embargo, no siempre es necesario realizar dicho procedimiento, ya que hay tratamientos menos invasivos de la enfermedad.
Nuevos enfoques
Uno de los cambios en el tratamiento es la posibilidad de no intervenir quirúrgicamente para extraer la tiroides en algunos pacientes. En cambio, se puede realizar un seguimiento activo de la evolución de los nódulos, considerando que se trata de una enfermedad de evolución lenta.
En ese sentido, el doctor Hernán Tala, endocrinólogo del Centro de la tiroides de Clínica Alemana, explica que "si bien es posible de aplicar en todo paciente mayor de 18 años, dado que la probabilidad de crecimiento del tumor aminora con la edad, se prefiere plantear en mayores de 40 o 50".
"La opción de no operar es una decisión compartida con el paciente. Es importante que la persona se comprometa a un seguimiento estricto y regular. Nosotros usamos el término vigilancia activa, que refleja el compromiso tanto del médico como del paciente de mantenerse en un control regular y activo", agrega Tala.
El médico señala que estos seguimientos se plantean en tumores pequeños menores de un centímetro y con ausencia de factores de riesgo.
Lo anterior, complementa el doctor Sergio Majlis, jefe de la Unidad de Endocrinología de Clínica Alemana, se refiere personas "sin antecedente de cáncer tiroideo en familiares directos, sin radiación previa, sin compromiso extra tiroideo, buena citología, ubicación intra tiroidea alejada de estructura como nervios".
La vigilancia activa es segura siempre cuando el paciente adhiera a un control estricto y cumpla con los requisitos mencionados."De esta forma, en los pocos casos que existe crecimiento del tumor, la intervención se realiza en una etapa donde el resultado y pronóstico sigue siendo igualmente exitoso", asegura el doctor Tala.
Extracción parcial
Otro de los avances para mejorar la calidad de vida de estos pacientes son cirugías menos extensas.
Es ese ámbito, el doctor Majlis indica que "hoy por hoy cánceres pequeños únicos alejados de sitios que sabemos hacen más posible la generación de una metástasis pueden ser tratados con una cirugía menos extensa como la lobectomía que implica resecar solo la mitad de la tiroides".
"En algunos casos esto puede evitar usar terapia de sustitución hormonal además de disminuir el riesgo de hipoparatiroidismo definitivo o daño de las paratiroides", asevera.
Sin cicatrices
Uno de los aspectos por los que se consideran invasiva la intervención de la enfermedad es la cicatriz que puede quedar en el cuello de los pacientes.
Hoy hay algunas técnicas quirúrgicas algo más complejas que permiten evitarla. En esos casos, informa el doctor Majlis, la extracción de la tiroides se realiza de manera transoral o retroauricular, es decir, a través de la boca o por detrás de la oreja.
Síntomas y diagnóstico
En la mayoría de las ocasiones no se presentan síntomas asociados a la presencia del cáncer de tiroides. Más bien, este se detecta de manera incidental, cuando se realiza una palpación del cuello en un examen físico o en un estudio de imagen (escáner, ecografía, resonancia magnética) en la zona solicitado por otro motivo.
De manera excepcional pueden aparecer ciertos síntomas que eventualmente podrían significar cáncer de tiroides. Estos son una ronquera persistente, problemas para respirar, dificultad para tragar y tos persistente.
Aunque estas señales pueden ser causadas por motivos que no estén vinculados al cáncer, en caso de que se presenten se debe consultar al médico para que realice la evaluación pertinente.
¿Cómo se diagnostica un cáncer de tiroides? Los pacientes con nódulo tiroideo son estudiados con exámenes de sangre y con una ecografía tiroidea.
En el caso de que los hallazgos ecográficos no permitan confirmar que un nódulo es benigno, se realiza una biopsia por aspiración con aguja, que consiste en la extracción mediante una aguja fina de una pequeña muestra de tejido del nódulo que luego es examinada en un microscopio por un patólogo. Es el examen de mayor precisión para el diagnóstico de cáncer de tiroides.