La campana de la capilla de Brue-Auriac pesaba 85 kg.
Le Parisien / Captura
"Hacía parte de la vida del pueblo, de su historia". Desde finales de julio, las
campanas de cuatro iglesias han desaparecido en tres ciudades del sur de Francia, despertando tristeza e incomprensión entre sus habitantes.
"¿La repondrán algún día?", se pregunta
Gilles Oberti, acojonado por la desaparición de la campana de la
iglesia Saint-Damase, en la ciudad de Ginasservis, que repicó el día de su boda. Oberti
fue el primero en percatarse de su desaparición el 18 de julio pasado.
"Estaba en mi jardín, regando mi cerezo, y como mi casa está situada justo enfrente de la iglesia de Saint-Damase, por casualidad,
miré el campanario y me di cuenta de que había un vacío. Tomé mis binoculares y descubrí que la campana había desaparecido", dice el hombre de 53 años.
Sin embargo,
la campana no era fácilmente accesible. Situada a unos
10 metros de altura y con sus
80 kilos de peso, parecía inamovible. Para Gilles Oberti, no hay duda:
la robaron gracias a un plan "muy bien preparado" que necesitó "muchos recursos".
Unas horas más tarde, el Ayuntamiento se dio cuenta de que
una segunda campana había sido robada, esta vez en el centro del pueblo,
en la capilla de los penitentes. Se trata de una campana
fechada en 1737 y clasificada como Monumento Histórico.
"Al principio,
todos pensábamos que era una broma", dice Hervé Philibert, alcalde de este pueblo de 1.700 habitantes. "Cuando nos enteramos,
no entendíamos qué estaba pasando", añade Edouard, un habitante.
En el café de la plaza central de Ginasservis el robo de las campanas está en boca de todos. "Las campanas son cosas que
no se deben tocar, seas creyente o no", estima este hombre.
La capilla de Notre-Dame-du-Revest, en Esparron-de-Pallières, sin su campana. Crédito: France Bleu / Captura.
Incomprensión
"¿Por qué se robaron nuestras campanas? Nadie lo entiende", resume el alcalde del pueblo, quien denuncia "un acto realmente asqueroso". "Todavía tengo la esperanza de que sean encontradas, pero desafortunadamente, temo que ya las hayan derretido", añade.
"El precio del bronce no es muy alto, es de 6 o 7 euros por kilo, por lo que campanas como estas valen 400 o 500 euros como máximo fundidas, mientras que enteras son mucho más caras", explica Philibert.
A principios de agosto, en el pequeño pueblo de Brue-Auriac, a un cuarto de hora en coche, desapareció de la cima de la capilla románica de la ciudad una campana de bronce de 85 kg de 1847.
Poco después, una habitante de Esparron-de-Pallières, un pueblito de 350 personas, fue al cementerio para rezar. Justo al lado, está la capilla de Notre-Dame-du-Revest, escondida detrás de robles centenarios. La mujer constató rápidamente que la campana había desaparecido, dejando un "agujero enorme", según el vicealcalde Christian Ghinamo.
"Las campanas son un elemento simbólico muy importante", dice el padre Mariusz Piecyk. "Históricamente, es un signo de los tiempos, pero también un signo de alegría y de luto, durante el matrimonio, el bautismo o los funerales", explica.
El párroco hace parte de la "tristeza" de la comunidad de creyentes ante la "falta de respeto, no solo por la religión, sino sobre todo por el patrimonio" y espera "la colaboración de los feligreses, de los vecinos, del ayuntamiento para comprar nuevas campanas".
La investigación fue confiada a la brigada de investigación de la gendarmería. Estos actos se toman "muy en serio", asegura una fuente cercana a las investigaciones. El caso tiene una cierta "sensibilidad, tanto por el aspecto religioso como por el hecho de que estas campanas son también bienes culturales", añade dicha fuente.