Nació en China hace más de dos mil años, pero en el último tiempo ha
ganado popularidad entre quienes buscan mejorar y reforzar su salud. Se trata de la
kombucha, un
alimento fermentado parecido al yogurt, al queso, al kéfir, al kimchi y al chucrut.
La kombucha
se obtiene al combinar azúcar, té negro, té verde y Scoby (Symbiotic Colony Of Bacteria and Yeast, Colonia Simbiótica de Bacterias y Levaduras). De ella se dice que mejora la digestión y la diabetes; que fortalece el sistema inmunológico, que reduce la presión arterial y que desintoxica. También que ayuda al reumatismo, la gota, las hemorroides, el nerviosismo, la función hepática e, incluso, que combate el cáncer.
La kombucha
se promociona como una bebida probiótica, es decir, que alimenta las bacterias "buenas" en el intestino y equilibra las "malas. Sin embargo,
muchos cuestionan sus reales beneficios.
Según un artículo publicado por The New York Times,
al contener té se puede afirmar que la kombucha podría ser rica en polifenoles o antioxidantes, y tendría propiedades antiinflamatorias y antimicrobianas. Pero, sus supuestas
propiedades probióticas no están del todo confirmadas.
"No sabemos si hace algo", señaló al medio estadounidense Franck Carbonero, científico de microbiomas de la Universidad Estatal de Washington.
Otro aspecto a considerar es que la kombucha
contiene algo de etanol, a pesar de que se comercializa como bebida no alcohólicas. Sin embargo,
si pasa mucho tiempo en una estantería, su nivel de alcohol puede aumentar, por lo que al consumirla puede generar cierta sensación de borrachera.
Walton Summer, investigador del Instituto Ronin y coautor de la revisión de la literatura disponible, señaló a The New York Times que si bien la kombucha es un producto seguro,
debe consumirse con moderación.
Asimismo,
está contraindicado para personas con enfermedad renal o pulmonar, que están en riesgo de acidosis, una condición en la que hay demasiado ácido en la sangre. También hay que
poner atención a su contenido de azúcar.
Consultado respecto a si la kombucha no es lo que promete ser, David Ludwig, profesor de nutrición y pediatría en la Universidad de Harvard
recomendó a quienes la beben que si no les gusta su sabor, simplemente la dejen.
En tanto, Emeran Mayer, autor de "The Mind-Gut Connection", aconsejó a quienes quieran
integrar una variedad de microorganismos a su dieta, que lo hagan
de forma natural a través de alimentos fermentados como
el chucrut, el kimchi, productos lácteos cultivados y también
kombucha, pero esta última
solo de vez en cuando.