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Destrucción del medio ambiente, en especial de forma intencionada". Así define la Real Academia de la Lengua Española la palabra
ecocidio, y que según lo anunciado el pasado 15 de noviembre por el Papa Francisco, podría convertirse en un pecado.
El mismo
Pontífice definió el concepto como "la contaminación masiva del aire, de los recursos de la tierra y del agua, la destrucción a gran escala de flora y fauna, y cualquier
acción capaz de producir un desastre ecológico o destruir un ecosistema", según publicó Aciprensa.
Al anunciar de este concepto podría ser introducido en el Catecismo de la Iglesia Católica como un
pecado, el Papa definió que además debía entenderse como "
la pérdida, daño o destrucción de ecosistemas en un territorio determinado, de modo que su disfrute por parte de los habitantes se haya visto o pueda verse gravemente afectado", y añadió que "se trata de una quinta categoría de
crímenes contra la paz, que debería ser reconocida como tal por la comunidad internacional".
Sin embargo, esta lucha por reconocer la palabra como un crimen lleva más de 10 años en el mundo y continúa siendo una tema principal para algunas organizaciones ambientalistas, las que
piden que el concepto sea reconocido como un "crimen atroz en la Corte Penal Internacional, junto con el genocidio, los crímenes de guerra y contra la humanidad", y así poder responsabilizar penalmente a ejecutivos y gobiernos que causen este tipo de daño.
Sin embargo, a pesar de que activistas intentaron que el ecocidio fuera considerado en el
Estatuto Internacional de Roma contra los crímenes de lesa humanidad, para tener una herramienta poderosa en el ámbito de la conservación del medio ambiente, esto
fue descartado en 1996, según informó The Guardian.
La lucha continúa
Actualmente, existen varios activistas y organizaciones que siguen luchando por esta causa. Una de estas es la organización internacional británica
"Stop Ecocide", conformada por un grupo de abogados penalistas, diplomáticos y científicos que trabajan con el fin de obtener una Ley de Ecocidio en la Corte Penal Internacional.
En su sitio web, la ONG asegura que una ley penal de ecocidio
impediría que los inversionistas y aseguradoras respalden prácticas contra el medio ambiente. Además, que las personas con responsabilidades superiores, como los CEO y ministros de gobiernos, tengan una responsabilidad penal individual por este tipo de prácticas.
Otra de las grandes luchadoras por esta causa era la abogada
Polly Higgins, quien falleció a los 50 años producto de un cáncer en abril pasado. La británica lideró una
larga lucha para reconocer el ecocidio como crimen de lesa humanidad, dejando de lado su trabajo para dedicarse cien por ciento a la materia.
La inglesa revivió la idea de luchar por esta medida, escribió un libro sobre esto, presionó a las Comisiones de Derechos de la ONU y creó un fondo fiduciario para la causa.
"Lo que se requiere es una expansión de nuestro deber colectivo de cuidar y proteger el ambiente natural y la vida donde vivimos. El crimen internacional de Ecocidio
debe ser una ley para proteger la tierra", escribió en su momento en su sitio web.
Por su lado, el
Papa Francisco aseguró en la audiencia del 20° Congreso Mundial de la Asociación Internacional de Derecho Penal que, "nosotros debemos introducir -lo estamos pensando- en el Catecismo de la Iglesia Católica
el pecado contra la ecología, el pecado ecológico contra la casa común, porque es un deber".
Además, agregó que "quisiera hacer un
llamado a todos los líderes y referentes en este sector para que contribuyan con sus esfuerzos a garantizar una protección jurídica adecuada para nuestra casa común".