En el marco del Día Mundial de la Hipertensión, que se celebra cada 17 de mayo, toma vital importancia la concientización sobre esta peligrosa enfermedad que ataca de forma silenciosa. Esta afección causa un aumento en la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias y, con el transcurso del tiempo, puede llegar a ocasionar problemas de salud.
Según la última Encuesta Nacional de Salud, la Hipertensión Arterial (HTA) afecta al 29% de la población adulta chilena. Y a nivel mundial afecta del 35% a un 40% de la población, siendo mayor en los países subdesarrollados. Datos públicos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalan que casi 1.000 millones de personas padecen HTA en el mundo.
De acuerdo con la OMS, aunque este trastorno causa síntomas como dolor de cabeza, dificultad respiratoria, vértigos, dolor torácico, palpitaciones del corazón y hemorragias nasales, no siempre se presentan estos indicadores, por lo que en la mayoría de los casos es un padecimiento asintomático.
En Chile, aproximadamente uno de cada cuatro hombres y una de cada cinco mujeres vive con hipertensión. Este trastorno médico consiste en un elevado y persistente aumento de la presión en los vasos sanguíneos que hace que el corazón deba trabajar más. Lo anterior puede generar accidentes cerebrovasculares, daño a los riñones y ataques cardíacos, entre otras complicaciones.
Al respecto, el Dr. Paul McNab Martin, cardiólogo de UC CHRISTUS, indica que no se conocen datos que corroboren la causa exacta sobre la hipertensión arterial. “Lo que vemos es una mezcla de factores genéticos hereditarios más otros indicadores, como la obesidad, el tabaquismo, el sedentarismo, la diabetes, el exceso de consumo de sal, el envejecimiento o ser de raza afroamericana”, señala el especialista.
¿Cuáles son los números correctos para una presión arterial saludable?
Para comprender de manera sencilla cómo se detecta la hipertensión arterial, hay que saber que existen dos mediciones: la presión sistólica, que se mide durante el latido del corazón (momento de presión máxima); y la presión diastólica, que se mide durante el descanso entre dos latidos (momento de presión mínima).
Los especialistas recomiendan controles periódicos para corroborar que los números que marquen la presión estén dentro de rangos saludables. “El punto de corte clásico para definirlo son valores de presión sobre los 140 mm de mercurio para la sistólica o sobre 90 mm de mercurio para la diastólica, a pesar de que hay evidencia que ya aparece algún nivel de daño con valores sobre 130/85 mm de mercurio”, explica el cardiólogo McNab.
¿Hay señales que pueden indicar que se padece de HTA?
El especialista de UC CHRISTUS comenta que uno de los mayores problemas con esta enfermedad es que puede ser asintomática o tener síntomas inespecíficos que pueden confundirse con otras enfermedades. Por esto, el médico hace énfasis en la importancia de realizar controles de presión periódicos.
Según el Dr. McNab, “en términos generales, los mayores de 18 años deberían controlarse la presión cada tres a cinco años, a menos que tengan factores de riesgo cardiovascular, como antecedentes familiares, diabetes, etc., en cuyo caso debería ser cada uno o dos años. Las Personas mayores de 40 años deberían controlarse en forma anual la presión arterial, en caso de que esta sea mayor a 140/90 mm de mercurio, debiera hacerse una evaluación más exhaustiva”.
¿Cuáles son los riesgos de padecer hipertensión arterial?
La hipertensión arterial va produciendo un lento y acumulativo daño en las arterias, que es mayor entre más alta sea la presión y más tiempo la persona esté sin tratamiento, dado que en muchas ocasiones la enfermedad no produce síntomas.
“Así es que en el largo plazo, y a veces en forma muy brusca, puede producir problemas muy serios como accidentes vasculares cerebrales, infartos cardíacos, insuficiencia renal y requerir diálisis, aneurismas que son dilataciones anormales de las arterias que pueden producir muerte súbita al romperse, insuficiencia cardíaca, demencia, etc.”, sostiene el médico cardiólogo.
Prevenir es la clave
Los especialistas concuerdan que entre los factores de riesgo modificables figuran las dietas “poco saludables” (consumo excesivo de sal, dietas ricas en grasas saturadas y grasas trans e ingesta insuficiente de frutas y verduras), la inactividad física, el consumo de tabaco y alcohol y el sobrepeso o la obesidad.
El Dr. McNab de UC CHRISTUS, destaca que para prevenir esta afección o al menos retrasar su aparición, “lo principal es cambiar hábitos, como por ejemplo, una dieta sana, lo que significa poca sal y grasas, privilegiar frutas, verduras y granos. También hacer ejercicio moderado al menos cinco veces por semana, mantener un peso saludable, no fumar, limitar el consumo de alcohol, y también sirve aprender técnicas de relajación para manejo del estrés”.
Por otro lado, el cardiólogo explica que existen factores de riesgo no modificables, como los antecedentes familiares de hipertensión, la edad superior a los 65 años y la concurrencia de otras enfermedades, como diabetes o nefropatías. “El hecho de envejecer también es un factor de riesgo no modificable, así como el tener ancestros afroamericanos. En este caso se recomienda controles más frecuentes de salud, y privilegiar hábitos más saludables”, concluye el Dr. McNab.