Muchos británicas quieren que William suceda directamente a su abuela en lugar de su padre, menos popular.
AFP
El príncipe William, nieto de la reina Isabel II, cumple este martes 40 años, un hito importante para esta figura imprescindible de la familia real británica, deseoso de conciliar modernidad y tradición, y llamado a convertirse un día en rey.
Segundo en la línea de sucesión al trono, el duque de Cambridge entra en el club de los cuadragenarios pocos meses después de su esposa Kate, en enero, con la que forma una pareja muy popular que encarna el futuro de la monarquía.
"Es una etapa muy importante para él porque, junto con su padre, el príncipe Carlos, está aumentando su respaldo a la reina y sigue forjando una identidad como futuro rey", explica a AFP el comentarista real Richard Fitzwilliams.
Con los años, William se ha ganado el corazón de los británicos, muchos de los cuales incluso quieren que suceda directamente a su abuela, en lugar del menos popular Carlos, de 73 años.
Según el gabinete de sondeos YouGov, es el miembro de la realeza más popular tras Isabel II, con un 66% de opiniones favorables.
Desde que la soberana, de 96 años, ha reducido sus compromisos oficiales por motivos de salud, William ha incrementado su presencia. Cuando la reina faltó al "discurso del trono" que inaugura la nueva sesión parlamentaria en mayo, el joven príncipe acompañó a su padre, el príncipe heredero, que sustituyó a la monarca en esa ocasión.
William también interviene en decisiones importantes, según la prensa británica, como cuando se opuso a la participación del príncipe Andrés, su controvertido tío sumido en un escándalo sexual, en la tradicional ceremonia de la Orden de la Jarretera en junio.
Él y Kate "son el futuro de la monarquía", dice Fitzwilliams, "como lo demuestra su aparición en el balcón (del palacio de Buckingham)" junto a la reina durante las fiestas del Jubileo.
Metido de lleno en su papel desde que dejó su cargo como piloto de helicóptero-ambulancia en 2017, Guillermo prevé mudarse con su familia desde palacio londinense de Kensington, en Londres, a una casa de campo de cuatro dormitorios en los terrenos del castillo de Windsor, donde reside ahora Isabel II.
Se trata de una transición importante, que le permitirá acercarse a la reina y reforzará el pequeño núcleo de la familia real en torno a ella.