Un vestido blanco y un inmenso chal verde para las mujeres y una túnica tradicional para los hombres: Así, unas 70 parejas se casaron ayer en Kabul, la capital de Afganistán, en una boda de bajo costo y en presencia de talibanes armados.
Una boda en un gran salón de Kabul cuesta entre 10 mil y 20 mil dólares, una suma enorme en uno de los países más pobres del mundo.
Ante esto, desde hace varios años, numerosas parejas deciden casarse con sumas más modestas a través de ceremonias colectivas, una tendencia que se ha acentuado con la llegada al poder de los talibanes en agosto del año pasado.
La congelación de miles de millones de activos en el extranjero y la interrupción drástica de la ayuda internacional tras el cambio de régimen condujeron al país a una grave crisis financiera y humanitaria.
"No tengo trabajo. Nos falta dinero", explicó a AFP Esmatullah Bashardost, de 22 años, miembro de la comunidad chiita hazara y uno de los esposos de la ceremonia, que fue una de las más grandes observadas recientemente en el país. "Hoy en día, ningún joven quiere llevar el fardo de un matrimonio costoso (...) Estos gastos son difíciles de gestionar", dijo por su parte Ebadullah Niazai, que esperó ocho años para casarse.
Los organizadores no quisieron revelar el costo de la ceremonia. Varias organizaciones caritativas ofrecieron a las parejas artículos domésticos esenciales.
Todos los novios iban vestidos con un shalwar kameez blanco (la túnica tradicional afgana), bajo un chaleco azul y con la cabeza cubierta de un pequeño sombrero plano blanco. Mientras que las novias iban con un largo vestido blanco bajo un enorme chal verde brillante que les cubría por completo la cabeza y una parte del cuerpo.
Cada pareja recibió una torta nupcial roja y blanca que fue colocada frente a los futuros maridos. Crédito: EFE
Invitados separados por sexo y prohibida la música
Los futuros cónyuges y los cientos de invitados estuvieron separados por sexo a lo largo de toda la ceremonia, mantenidos a distancia por una docena de talibanes armados.
Invitados a cubrir el evento, los periodistas podían fotografiar y filmar a las futuras esposas, pero no hablar con ellas.
Antes de la llegada al poder de los talibanes, las bodas a menudo eran sinónimo de festivas y coloridas ceremonias, con bailes, cantos tradicionales y música y una cierta mezcla de hombres y mujeres en esta nación profundamente conservadora.
Sin embargo, desde el regreso del movimiento fundamentalista, las grandes bodas todavía están autorizadas, pero la música está prohibida. Así, en esta boda colectiva los invitados solo pudieron disfrutar de poemas recitados y discursos de las asociaciones caritativas que organizaron el evento.
Cada pareja recibió una torta nupcial roja y blanca que fue colocada enfrente de los futuros maridos. Pese a la austeridad, Esmatullah Bashardost dijo que será "el día más feliz" de su vida.
Al final de la ceremonia, los hombres, cada uno de ellos con una tarjeta de plástico con su nombre, abandonaron el lugar junto a sus esposas en coches decorados de flores y lazos.