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¿Qué es la capilla ardiente? Un honor reservado para los reyes británicos y algunos plebeyos

La presentación de los restos mortales al público –en un ataúd cerrado– es un homenaje que reciben los monarcas, las reinas consortes y algunos primeros ministros, como Winston Churchill.

14 de Septiembre de 2022 | 14:01 | AFP / Editado por N. Ramírez
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En la capilla ardiente, militares velan los restos de la monarca, cabizbajos y de espaldas al ataúd. Mientras el público desfila ante el féretro para rendirle un homenaje, sin demorarse.

EFE
Este miércoles la capilla ardiente de la reina Isabel II abrirá sus puertas y así permanecerá hasta el próximo lunes –cuando sea el funeral–, para que miles de ciudadanos puedan darle un último adiós a la reina, continuando así con una tradición que se remonta a varios siglos atrás.

La presentación de los restos mortales al público –en un ataúd cerrado– es un honor que reciben los reyes, las reinas consortes y, en ocasiones, los antiguos primeros ministros, para permitir que la población les rinda un último homenaje.

Desde 1910, Westminster Hall –la parte más antigua del palacio del mismo nombre– acoge las capillas ardientes de los soberanos. Los féretros cerrados reposan en un catafalco, en medio de este salón de 900 años de antigüedad.

Militares de la guardia real, de la infantería o del regimiento de caballería de la Casa Real velan los restos mortales de la difunta monarca, cabizbajos y de espaldas al ataúd.

En tanto, el público desfila ante el féretro para rendirle un homenaje, sin demorarse.

La última fue la reina madre, y la reina Victoria pidió que no la expusieran


La última vez que esto se hizo fue en 2002, cuando murió la reina madre Isabel, cuyo féretro se expuso durante tres días en Westminster Hall, antes de su funeral en la Abadía de Westminster diez días después. En esa ocasión, unas 200 mil personas desfilaron frente al ataúd.

Entre los soberanos que tuvieron una capilla ardiente en Westminster Hall figuran el rey Eduardo VII (1910); el rey Jorge V (1936), abuelo de la reina Isabel II; y el rey Jorge VI, su padre (1952).

Además de estos monarcas, William Gladstone, primer ministro británico en el siglo XIX; y Winston Churchill, jefe del gobierno durante la Segunda Guerra Mundial, también tuvieron este honor.

Previo a que se utilizara Westminster Hall, durante el siglo XIX, la capilla ardiente con los restos mortales de los monarcas se instalaba en el Castillo de Windsor; mientras que en el siglo XVIII tenían lugar en el Palacio de Kensington.

Un dato curioso es que la reina Victoria pidió expresamente que su cuerpo no se presentara al público cuando falleciera.
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