La Corona de San Eduardo, con la que el rey Carlos III del Reino Unido será investido oficialmente en una ceremonia el próximo 6 de mayo, ha sido retirada de su emplazamiento habitual en la Torre de Londres a fin de adaptarla a un tamaño adecuado para el nuevo monarca, anunció hoy el Palacio de Buckingham.
La histórica pieza, de incalculable valor, fue fabricada para la coronación de Carlos II, en 1661, tras la fundición doce años antes de la joya que habían portado los reyes ingleses y británicos desde siglos atrás.
La icónica corona de San Eduardo, adornada con zafiros, turmalinas, amatistas, topacios y otras piedras preciosas y semipreciosas, aparece en el blasón nacional del Reino Unido, el logotipo de la antigua empresa estatal de correos Royal Mail y los escudos de las Fuerzas Armadas, entre otros espacios representativos.
Tras la muerte de Isabel II a los 96 años el pasado septiembre, las diversas coronas símbolo de su reinado pasarán a su hijo y deberán ser agrandadas para adaptarlas a su talla.
Para ello, será necesario incrementar su circunferencia y agregar algunas piedras preciosas, el proceso contrario al que se llevó a cabo cuando ascendió al trono la anterior soberana, según han descrito medios británicos.
La coronación de Carlos III, una ceremonia oficiada por el arzobispo de Canterbury, tendrá lugar en la Abadía de Westminster de Londres ocho meses después de la muerte de Isabel II.