Ubica tu refrigerador en un lugar fresco y evita abrirlo continuamente, para que no pierda frío y tenga que trabajar más en recuperar la temperatura adecuada.
No metas alimentos calientes al refrigerador, porque el aparato tendrá que trabajar aún más en enfriarse, lo que aumenta su consumo de energía.
Descongela el congelador. Cuando éste acumula hielo, su compresor tiende a trabajar más.
Elige electrodomésticos de alta eficiencia energética, lo que aparte te ayudará ahorrar dinero en las facturas de electricidad.
Cuelga tu ropa para secarla, en lugar de usar un secador de ropa.
Lava con agua fría. La mayoría de la energía de una lavadora se consume al calentar el agua.
Evita usar electrodomésticos a pila, ya que se reemplazan regularmente y consumen más energía que los conectados a la red.
Ahorra energía al guardar agua caliente en un termo, evitando encender el hervidor continuamente.
Evita el uso del aire acondicionado. Usa cortinas o persianas para controlar la temperatura de tu hogar.
Usa “zapatillas” o multicontactos, para desconectar rápidamente varios electrodomésticos al mismo tiempo.
Cambia tus ampolletas por lámparas LED, que consumen mucho menos energía que las tradicionales.
No dejes cargadores y transformadores enchufados sin necesidad. Consumen energía incluso cuando no están en uso.
En la medida de lo posible, considera la instalación de paneles fotovoltaicos para ahorrar energía: para una vivienda de cuatro integrantes se requieren dos kilowatts, lo que corresponde a ocho paneles solares de 1,70 x 1,00 metros.
Aprovecha la luz natural a través de tragaluces o “claraboyas”.
Utiliza colores claros en tus techos y paredes, ya que reflejan mejor la luz natural y artificial, lo que aumenta la luminosidad de una habitación y reduce la necesidad de encender luces artificiales.
Mantén limpia las pantallas y ampolletas, para así aumentar su luminosidad.
Y cómo no: no dejes luces encendidas en habitaciones vacías.