Un equipo multidisciplinar de científicos analizó
diez de las dietas más populares del mundo, y evaluó los elementos más y menos saludables que aportan para la salud del corazón.
Dentro de este estudio la que recibió la
puntuación más alta por parte de los expertos es la alimentación estilo "
dash" (Dietary Approaches to Stop Hypertension), orientada específicamente a
detener y reducir la hipertensión.
Además, los científicos informaron que la
mediterránea, la vegetariana y la "pescetariana" están entre las que reportan mayores beneficios.
Las conclusiones se publicaron en una nueva declaración científica de la American Heart Association que aparece hoy en la revista Circulation, en la que se pone de manifiesto que
dos dietas, las conocidas como
"paleolítica" (que excluye cereales integrales y refinados, legumbres, aceites y productos lácteos)
y la "cetogénica" (muy baja en carbohidratos),
no responden a patrones de alimentación saludables para el corazón.
El investigador estadounidense
Christopher David Gardner, quien presidió el comité de redacción de la nueva declaración científica, advirtió de la cantidad de patrones dietéticos diferentes y populares que han proliferado en los últimos años, y que la
abundancia de información errónea sobre ellos que circula por las redes sociales ha alcanzado niveles "críticos”.
Los investigadores analizaron las distintas dietas, y su relación con la salud cardiometabólica y el riesgo de enfermedades cardíacas y vasculares, y estudiaron los factores que más afectan al metabolismo, como la glucemia, el colesterol, la presión arterial o el peso corporal, ya que los niveles anormales de cualquiera de estos factores pueden aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas y las anomalías en más de uno multiplica esos riesgos.
La nueva guía para una alimentación saludable para el corazón incide en la importancia de
limitar las grasas no saludables y en reducir el consumo de carbohidratos en exceso (sobre todo de carbohidratos procesados y bebidas azucaradas).
Zoom a las dietas
Entre las diez dietas analizadas están la llamada "dash", la mediterránea, las diferentes modalidades del estilo vegetariano (las que incluyen pescado; las que incluyen lácteos o huevos; o la vegana), las que son bajas o muy bajas en grasas, las que son bajas o muy bajas en carbohidratos y la conocida como dieta "paleolítica".
El estilo de alimentación "dash" recibió una puntuación "perfecta" al cumplir con todos los patrones recomendados por la American Heart Association.
Esos patrones de alimentación son
bajos en sal, azúcar añadida, alcohol, aceites tropicales y alimentos procesados, y ricos en verduras, frutas, cereales integrales y legumbres sin almidón; y en el caso de esta dieta la proteína tiende a provenir principalmente de fuentes vegetales (como legumbres, frijoles o nueces), junto con pescados o mariscos, aves y carnes magras y productos lácteos bajos en grasa o sin grasa.
La dieta mediterránea también está muy bien valorada, y los científicos destacaron que no incluye explícitamente la sal añadida e incluye un consumo moderado de alcohol (en lugar de evitar o limitar el alcohol), y la mayoría de las características de la alimentación vegetariana se alinean también con la guía dietética de la American Heart Association.
Además, los patrones de
alimentación pescetariana y las dietas vegetarianas que incluyen huevos, productos lácteos -o ambos-
también se situaron en el nivel alto de esta clasificación de los científicos.
Sobre las dietas
veganas y bajas en grasas, que inciden en el consumo de verduras, frutas, cereales integrales, legumbres y frutos secos, y que limitan el alcohol y los alimentos y bebidas con azúcares añadidos, los investigadores apuntaron que
son complicadas de seguir a largo plazo o cuando se come fuera de la casa. Y observaron que
estas dietas pueden aumentar el riesgo de deficiencia de vitamina B-12, lo que puede
causar anomalías en los glóbulos rojos que conducen a la anemia y que, por lo tanto, en muchos casos puede estar recomendada la suplementación.
Sobre las
dietas bajas o muy bajas en grasas, los científicos han señalado que
son útiles para retrasar la acumulación de grasa en las arterias, lo cual es beneficioso para perder peso, la presión arterial, el azúcar en sangre o el colesterol, pero restringen el consumo de alimentos -como los frutos secos o los aceites vegetales saludables-, lo que
puede provocar anemia y debilidad muscular.