En el mundo acelerado en el que vivimos,
enfrentar nuestra propia muerte puede resultar abrumador y, en ocasiones, incómodo. Sin embargo, existe una práctica sueca llamada "döstadning" que capturó la atención de personas en todo el mundo, gracias, en gran parte, a la escritora y artista
Margareta Magnusson.
La figura de Magnusson emergió como una voz sabia y reflexiva en el ámbito del
döstadning, la "limpieza de la muerte" o el arte de ordenar. Aunque puede ser incómoda de abordar, la escritora invitó a reflexionar sobre la muerte y
asumir la responsabilidad de ordenar y vaciar nuestras casas, aliviando el dolor de aquellos que van a tener que enfrentar la pérdida y esa ardua tarea.
El döstadning no es un proceso que se realiza de una sola vez, sino que puede llevar tiempo y ser un trabajo en curso.
En su libro, The Gentle Art of Swedish Death Cleaning ("El delicado arte de la limpieza sueca de la muerte"), Magnusson se sumergió en un viaje introspectivo donde la limpieza se convierte en un
acto de amor propio y de cuidado hacia aquellos que nos rodean.
Quien la inspiró a escribir sobre el tema fue su madre. Luego de su muerte, mientras Magnusson
vaciaba su casa, encontró notas que indicaban qué hacer con cada objeto, desde donaciones hasta devoluciones.
Esta planificación previa resultó ser un alivio y le hizo sentir que su madre aún estaba allí, guiándola y ayudándola durante el proceso.
Magnusson mostró cómo
desapegarse de lo superfluo y abrazar solo lo que verdaderamente aporta alegría y significado. Sus palabras se convierten en una guía hacia una vida más sencilla y auténtica, donde el valor de las posesiones se mide por su conexión emocional y su utilidad práctica.
¿Cómo funciona el döstadning?
El döstadning se centra en
simplificar y organizar nuestras pertenencias antes de morir, con el objetivo de aliviar la carga para uno mismo y los seres queridos que quedan después de la muerte. Magnusson vivó y experimentó de primera mano esta tradición sueca, y en su libro comparte sus conocimientos, consejos prácticos y reflexiones personales sobre la
importancia de deshacerse de lo innecesario y preservar solo lo que tiene un valor emocional o práctico.
A diferencia de una limpieza tradicional, que puede ser impulsiva o superficial, el döstadning se basa en un
proceso reflexivo y consciente que abarca aspectos físicos, emocionales y espirituales.
Crédito: La Nación / GDA.
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Reflexión y toma de conciencia: El primer paso en el döstadning es reflexionar sobre la propia mortalidad y tomar conciencia de la importancia de abordar nuestras posesiones antes de partir. Esto implica contemplar nuestras prioridades, valores y qué tipo de legado deseamos dejar atrás.
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Evaluación de las posesiones: Una vez preparados mentalmente, llega el momento de evaluar qué hacer con nuestras posesiones. Esto implica examinar cada objeto y preguntarse si tiene un valor emocional o práctico significativo en nuestras vidas. ¿Nos trae alegría? ¿Lo hemos usado en los últimos años? ¿Tiene un valor sentimental?
No se trata de despojarnos de todo, sino de abordar nuestras posesiones desde una perspectiva más intencionada y significativa.
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Clasificación y toma de decisiones: A medida que se evalúan los objetos, se deben clasificar en diferentes categorías. Por ejemplo, se puede tener una categoría de "mantener", que incluye aquellos objetos que son realmente importantes y que se quieren conservar. También se puede agregar una categoría de "regalar" o "donar", para aquellos objetos que podrían beneficiar a otros y no necesariamente se necesitan conservar.
- Deshacerse de lo innecesario: Una parte crucial del döstadning es deshacerse de lo innecesario. Esto implica decidir qué hacer con los objetos que ya no se desea conservar. Pueden venderse, donarse a organizaciones benéficas, regalarse a amigos o familiares, o simplemente desecharlos si no tienen ningún valor para nadie más.
- Organización y orden: A medida que nos deshacemos de lo innecesario, es importante organizar y ordenar las posesiones que se decidan mantener. Esto facilita el acceso y la comprensión de las pertenencias para uno mismos y para aquellos que pueden tener que ocuparse de ellas en el futuro.
El döstadning no es un proceso que se realiza de una sola vez, sino que puede llevar tiempo y ser un trabajo en curso. A medida que se avanza en diferentes etapas de la vida, es posible que las prioridades y necesidades cambien, lo que puede requerir una nueva evaluación y organización de las posesiones.
En última instancia, al enfrentar la mortalidad de manera consciente y ordenar las posesiones de cada uno, se puede encontrar paz mental y dejar un legado más claro y significativo para quienes nos sobrevivan.
Es importante tener en cuenta que el döstadning no se trata de despojarnos de todo, sino de abordar nuestras posesiones desde una perspectiva más intencionada y significativa. Cada objeto que se conserve adquiere un significado más profundo, y nos conecta con nuestras experiencias y recuerdos más preciados.