Aton/ La Nación/GDA (Imagen referencial)
Tradicionalmente asociamos la Navidad y el Año Nuevo a un periodo de felicidad, donde todos estamos obligados a sentirnos contentos y a disfrutar de los festejos. Sin embargo, para algunas personas los últimos días del año pueden generar estrés, ansiedad, frustración, tristeza y melancolía, entre otros síntomas.
La principal razón del dolor y del sufrimiento durante esta época está relacionada con extrañar a los seres queridos que se encuentran lejos o los que ya no volverán. También puede existir un malestar cuando se realiza un balance de lo que fue el último año y se obtienen resultados negativos, sumado a la incertidumbre de no saber qué va a ocurrir más adelante. A eso se suman situaciones familiares y económicas que podrían causar pensamientos catastróficos, fatalistas y autodestructivos.
Además de esto, en muchas personas se activan las
preocupaciones por el bienestar físico, debido a que se tiende a caer en excesos al comer y beber, y por el
gran gasto de dinero que implican los regalos y las cenas de las fiestas.
Para muchas personas, la Navidad es un momento en el que puede aparecer la tristeza ya que se la asocia a un periodo de fiesta y de felicidad donde, básicamente, las personas se sienten obligadas a estar contentas. "Pero algunas personas, sobre todo quienes hayan perdido seres queridos o se encuentran con una enfermedad, se sienten en desventaja frente a toda esa alegría de los que significa la Navidad", explicó la médico psiquiatra Aisquel Machado.
La experta indicó que la tristeza navideña puede convertirse en un trastorno emocional o empeorar un trastorno depresivo ya existente, pero en la mayoría de los casos recalcó que se trata de un bajón emocional importante, pero temporal. Para evitarlo, entregó una serie de recomendaciones como:
No sentirse comprometido con tradiciones que puedan perjudicar a nivel emocional; estar acompañado de personas del entorno laboral, académico, amigos o vecinos si estás lejos de tu familia; cuando lleguen los pensamientos negativos, cambiarlos por cualquiera pero que sea positivo; no forzarse a hacer cosas que puedan hacer sentir mal; elegir las propias costumbres navideñas y consultar con un psiquiatra en caso de no poder resolver los problemas emocionales.
Disfrutar las fiestas sin tantas limitantes
Por otro lado, los estándares estéticos que se hacen presentes en el día a día, no desaparecen en la temporada de fin de año. De hecho, según una especialista podrían generar que aparezcan sensaciones como la ansiedad o culpa al disfrutar de las comidas típicas de estas fechas.
Por ello, los expertos
hacen un llamado a cambiar la narrativa y fomentar un enfoque más amable hacia uno mismo. "La salud mental es un aspecto vital de nuestro bienestar, y las fiestas deberían ser una oportunidad para
disfrutar sin tantos limitantes. Debemos recordar que la indulgencia ocasional no afecta negativamente nuestra salud; de hecho, puede ser una parte esencial de nuestro autocuidado", señaló la psiquiatra Francisca Gómez de la Nueva Clínica Cordillera.
"La salud mental es un aspecto vital de nuestro bienestar, y las fiestas deberían ser una oportunidad para disfrutar sin tantos limitantes. Debemos recordar que la indulgencia ocasional no afecta negativamente nuestra salud; de hecho, puede ser una parte esencial de nuestro autocuidado".
Francisca Gómez, psiquiatra de la Nueva Clínica Cordillera
No sentir culpa en la ingesta de alimentos se trata de permitirse disfrutar de ciertas comidas, y también de liberarse de la presión y las expectativas poco realistas. "Durante estas festividades, es crucial hacer el recordatorio de que la plenitud emocional es igual de importante que la salud física.
Tomar conciencia de que es más importante disfrutar un momento agradable con las personas que queremos,
que estar contando calorías", añadió la especialista.
El consumo que consume
Además de todo lo anterior, cabe destacar que la presión de fin de año puede venir de la mano del consumo, no solo asociada a las compras de regalos de Navidad, sino también a los insumos para compartir y celebrar. Después de un año donde la inflación llegó a 12,8%, es un hecho de que todo está más caro.
Los altos costos de las compras, las aglomeraciones en los centros comerciales, el calor y la presión por encontrar el regalo perfecto, pueden generar tensiones significativas. "El estrés del consumismo, en ocasiones, también es responsable de eclipsar el verdadero espíritu de fin de año", indicó Francisca Gómez.
Si bien es recomendable adoptar prácticas de planificación que reduzcan estas preocupaciones, "lo más importante, nuevamente, es poner en valor el verdadero sentido de estas celebraciones, que está en disfrutar en familia, compartir, descansar, pasar un buen rato y no en endeudarse ni correr estresado para alcanzar a comprar el regalo de moda", agregó.
"Lo más importante, nuevamente, es poner en valor el verdadero sentido de estas celebraciones, que está en disfrutar en familia, compartir, descansar, pasar un buen rato y no en endeudarse ni correr estresado para alcanzar a comprar el regalo de moda".
Francisca Gómez, psiquiatra de la Nueva Clínica Cordillera
porque los excesos propios de las fiestas en la comida, bebida y gastos, pueden arruinar las celebraciones. "Está bien dejar de lado ciertas limitaciones en el consumo por el qué dirán, pero nuestro comportamiento debe ser consciente: es necesario comer, beber y gastar con responsabilidad, procurando, además, no invadir el espacio y la seguridad de terceras personas en medio del disfrute individual", concluyó la misma especialista.
