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Baño de bosque, la sencilla práctica para hacer en la naturaleza que disminuye el estrés y regula el ritmo cardíaco

Surgió en Japón en los '80 y propone caminar entre árboles a paso lento, para desconectarse. Los expertos aseguran que tiene poderes benéficos sobre el organismo.

19 de Febrero de 2024 | 11:31 | La Nación / GDA / Editado por M. Francisca Prieto
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Los baños de bosque son aptos para todo público, y se pueden hacer en grupo o en solitario.

El Mercurio (archivo)
A Marianela Ducca, una psicóloga de Buenos Aires de 46 años, no le faltaba nada. Tenía una carrera consolidada en el mundo de la salud y una pareja estable. Sin embargo, durante la pandemia sintió que algo no funcionaba. Luego de un proceso de búsqueda interna, descubrió que estaba abrumada de las corridas y de tener que cumplir horarios a rajatabla, incluso, que se sentía incómoda en la vida urbana. Después de varias idas y vueltas pensando en soluciones para mejorar su bienestar, decidió bajar un cambio y arrancar de cero trasladándose a la naturaleza.

El destino elegido fue Rodeo de Piedra, un pequeño pueblito de montaña, rústico, a tres horas de Córdoba Capital. Allí vive en una casa a 2.056 metros de altura sobre el nivel del mar, totalmente ecológica y sustentable rodeada de árboles: moradillos, chañares, espinillos, molles, algarrobos, quebracho blancos y talas.

Desde allá continúa con algunas de las labores que hacía en Buenos Aires como atender pacientes online. Además, como parte de su rutina, cuenta que todas las mañanas, con café en mano, sale a dar un paseo por la naturaleza. Realiza una caminata tranquila, de introspección de al menos media hora para conectar con su esencia y tomar consciencia del entorno en el que está inmersa. A veces también se sienta contra el tronco de algún árbol y contempla a su alrededor.

Esta necesidad de zambullirse en la naturaleza para cambiar de aire y relajarse, dice Marcos Apud, psicólogo y wellness coach, es un fenómeno que se viene gestando con el crecimiento de las ciudades, y el aumento de las responsabilidades laborales y familiares.

A Ducca, este cambio de vida y el contacto pleno con el verde, le permitió hacer un giro radical. Según comenta, el nexo pleno con la naturaleza le enseñó a adaptarse a sus ritmos, a dejar atrás la ansiedad y vivir en el presente. "Me siento con más energía", confiesa.

Esta incipiente necesidad de la población mundial de conectarse con el verde, dio pie hace unos años al surgimiento de los baños de bosque. Un paseo lento por un entorno natural donde se desarrollan diversas actividades para "despertar los sentidos que están agobiados por el estilo de vida actual", explica Guillermina Romera, guía certificada en baños de bosque e instructora. Hace cuatro años dejó atrás la vida en la ciudad y se instaló con sus dos hijos pequeños en Tandil en busca de tranquilidad. Según expresa, "vivimos estresados por la tecnología y el exceso de responsabilidades; la forma de apaciguar esto es a través del contacto con la naturaleza: volver al inicio, a lo primitivo".

Una de las principales cualidades de la conexión con la vegetación es que "permite encontrarse con uno mismo, escucharse y alcanzar un equilibrio entre el cuerpo, la mente y el alma", señala Apud. Este método también tiene la ventaja de que es apto para todo público: tanto chicos como adultos pueden disfrutar de una sesión de baño de bosque sin ningún tipo de inconveniente.

La historia de Marcela Azarkievich (56) es similar a la de Ducca. Hace cuatro años la necesidad de cambiar su estilo de vida y buscar un camino para sanarse luego de haber sido diagnosticada con cáncer de mama, la llevaron a toparse con la técnica de los baños de bosque. Desde Misiones, dice que este método no solo la ayudó a atravesar el problema de salud con templanza y con la capacidad de manejar sus miedos, sino que le permitió nutrirse de herramientas, las que utilizó una vez dada de alta, para poder soltar todas las situaciones dolorosas que le tocaron vivir.

Hoy, es guía de baños de bosque en su Misiones natal y asegura que su objetivo es ayudar a que la gente pueda reducir el estrés diario y vivir en el presente. "La vida sigue y hay problemas, pero una inmersión en la naturaleza nos da la chance de atravesar las situaciones adversas con otra mirada", comenta Azarkievich.

Shinrin yoku


Una sesión de baño de bosque implica una caminata serena y distendida en medio de la naturaleza. Por lo general dura entre una hora y media y dos, y se realiza con un guía certificado, que conduce la experiencia a través de una serie de actividades de reconocimiento de plantas como también de meditación y lúdicas, con los árboles como protagonistas. De todas maneras, dicen los expertos consultados, también es válido que quienes lo deseen, hagan una inmersión en el verde en solitario.

Conocida también como shinrin yoku, se trata de una práctica sencilla y terapéutica de origen japonés que surgió en 1982. Esta sociedad es conocida por su filosofía de vida basada en la simpleza y su devoción por la naturaleza. Sin embargo, al sorprenderse por los elevados niveles de estrés y ansiedad que manejaba gran parte de la población, Tomohide Akiyama, el entonces director de la Agencia de Bosques Japoneses, no tardó en diseñar esta propuesta para ayudar a las personas a combatir el malestar que tenían. Tal fue su éxito que se convirtió en tendencia global y cuenta con una larga lista de beneficios relacionados con la agenda del bienestar.

El primer punto, dice Marcos Apud, es que permite despojarse de actividades y pensamientos rumiantes y negativos, "activar los sentidos y centrarse en el momento presente". Esta práctica, "también tiende a aumentar los niveles de felicidad y potencia la salud", agrega el especialista.

Desde la Asociación de Naturaleza y Terapia de Bosques profundizan en que incrementa la actividad del sistema nervioso parasimpático, disminuye el estrés, estimula el descanso, regula el ritmo cardíaco, permite conservar la energía y potenciar la actividad intestinal. Además, destaca un informe de la entidad, fortalece el sistema inmune y previene el desarrollo de enfermedades.

El autoconocimiento es otro de los ejes que fomenta una inmersión en el verde. Tal como cuenta Romera, los sonidos de la naturaleza y la armonía del entorno relajan y desarrollan la capacidad de poder escucharse a uno mismo. "Ayuda a conectar y reflexionar", comenta esta bañista y agrega que "también favorece nuestra gestión emocional y potencia nuestras sensaciones corporales, lo que nos facilitará afrontar mejor las situaciones que nos tocan vivir".

Lo curioso de esta práctica es que "cada uno conecta con lo que le llama la atención", explica Azarkievich. "A algunos puede ser un tronco grueso y leñoso, a otros quizás uno más finito o alto. No es lo mismo la energía que te va a transmitir cada uno como tampoco el significado que se desprende: cuando abrazas un árbol flaco, estás conectando con una debilidad personal, si lo haces con uno muy alto, es sinónimo de que estás en la búsqueda de algo" ahonda la experta.

La creatividad y el rendimiento cognitivo también son aspectos que el contacto con la naturaleza potencian. Así lo demostró un estudio mencionado por la Asociación de Naturaleza y Terapia de Bosques después de investigar a un grupo de personas miembros de Outward Bound, una red internacional que agrupa organizaciones de educación al aire libre, quienes durante tres días realizaron caminatas en el medio del bosque. Según constató, David Strayer, el encargado del análisis, estos individuos se desempeñaron un 50% mejor en tareas relacionadas con la imaginación después de haber vivido esta experiencia inmersiva.

El fenómeno de los baños de bosque deja entrever que "nuestra salvación para vivir en un contexto de ciudad es estar en contacto con la naturaleza y una buena forma es incluir las plantas en nuestra vida", expresa Apud. Y los datos dan cuenta de esto una vez más: la Asociación de Naturaleza y Terapia de Bosques encontró que una caminata lenta en el medio del bosque, a diferencia de una urbana, disminuye un 12,4% el cortisol, la hormona del estrés, un 7% la actividad nerviosa simpática, un 14% la presión arterial y un 5,8% la frecuencia cardíaca.

Lo llamativo es que "muchos profesionales de la salud alrededor del mundo, además de recetar un medicamento, también brindan lo que se conoce como Green Prescription, que es pasar tiempo inmersos en la naturaleza", comenta Rocío Ferrero, terapista de bosque certificada por la Forest Therapy Hub.
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