Una foto de la princesa del año 2023.
Captura The Japan Times
La
princesa Yuriko de Japón, el
miembro más anciano de la familia imperial y cuya salud es actualmente delicada,
cumplió 101 años este martes, la
mayor edad alcanzada por alguien de la familia real del país desde el comiendo de la era Meiji en 1868.
Yuriko, viuda del difunto príncipe Mikasa, no ha realizado ninguna aparición pública desde el día de Año Nuevo, cuando asistió a una ceremonia en el Palacio Imperial de Tokio y visitó la residencia de los emperadores eméritos, dado que permanece hospitalizada desde marzo pasado debido a una neumonía por aspiración.
El difunto marido de la princesa, con el que se casó en 1941, era uno de los tres hermanos del emperador Hirohito, abuelo del actual emperador Naruhito, y murió en 2016 a la edad de 100 años.
Un apremiante problema sucesorio en Japón
Las
mujeres de la familia imperial japonesa ostentan actualmente un importante papel en el
desempeño de funciones oficiales y las
apariciones públicas de la institución, donde son mayoría
pese a no ostentar derechos sucesorios.
De los
17 miembros actuales de la familia imperial nipona,
12 son mujeres, esposas de príncipes o sus hijas sin desposar, pues cuando las mujeres de la familia imperial contraen nupcias con hombres plebeyos deben abandonar la genealogía familiar y sus funciones.
Esto ha ocasionado un
apremiante problema sucesorio en un país con ley sálica en el que actualmente
solo tres miembros tienen derechos sucesorios: el príncipe heredero Akishino, de 58 años; su hijo, el príncipe Hisahito (17), y el tío abuelo de este último, el príncipe Hitachi, de 88 años, hermano del emperador emérito Akihito (90).
Por su parte, el emperador Naruhito tiene una única hija, la princesa Aiko (22).
En años recientes resurgió el
debate sobre el papel y la permanencia de las mujeres en la familia imperial, e incluso el gobernante Partido Liberal Democrático (PLD) formó un comité interno para estudiar medidas al respecto.
Una reciente encuesta de la agencia de noticias local Kyodo realizada entre marzo y abril con motivo del quinto aniversario de la ascensión al trono del emperador Naruhito, arrojó que el
90% de los encuestados apoyaría la idea de tener una emperatriz reinante.
El
debate que mantienen los
parlamentarios nipones gira en torno a
dos cuestiones: si los
miembros femeninos de la familia imperial
deberían conservar el estatus imperial después del matrimonio y si a los
descendientes varones de líneas masculinas de antiguas ramas de la familia imperial se les
debería conceder el estatus imperial.
En la última reunión del mencionado comité del PLD, que tuvo lugar a finales de mayo, el
estatus de los maridos e hijos de las princesas casadas se convirtió en un punto de discordia.
Aunque
las partes coincidieron en la idea de que los
miembros femeninos de la familia deberían poder conservar su estatus imperial una vez casadas, mostraron
preocupación por la aplicación de
distintas leyes y regulaciones dentro de una misma familia (las princesas serían miembros reales y sus maridos e hijos, no).
Por otro lado, el conceder el estatus de miembro de la familia imperial a los maridos e hijos de las mujeres de la familia imperial abriría la puerta en el futuro a un
potencial emperador nacido en una
rama femenina de la familia, una idea ante la que
los gobernantes actuales japoneses se oponen.