La industria energética es clave para el desarrollo de Chile. La inversión y distribución, así como los desafíos regulatorios y las políticas públicas en esta materia se convierten en factores relevantes a la hora de proyectar el futuro.
Mismo caso ocurre con la seguridad y estabilidad del servicio energético, temas que han sido foco de debate en los últimos meses debido a los masivos cortes por las condiciones climáticas.
Pese a estos episodios, en los últimos años Chile ha realizado importantes inversiones en la infraestructura eléctrica para expandir su capacidad de transmisión y garantizar la seguridad energética.
En 2022, la Comisión Nacional de Energía (CNE) presentó un plan que incluye la construcción de 48 obras de infraestructura, con una inversión total estimada en US$1.485 millones.
"Es claro que se requieren más y mejores inversiones"
Juan Meriches
Por otro lado, en 2023, la CNE publicó otro informe donde se proyecta una inversión de US$441 millones para la ejecución de 48 obras adicionales. Estas incluyen la construcción de nuevas subestaciones y la ampliación de líneas de transmisión, con el objetivo de fortalecer la seguridad y eficiencia del suministro eléctrico, especialmente en las zonas norte y sur del país.
Juan Meriches, director ejecutivo de Empresas Eléctricas AG y expositor del próximo Summit de Transformación Energética organizado por El Mercurio el 23 y 24 de octubre, valora las inversiones que han realizado también las empresas de distribución que giran en torno a los US$ 1.800 millones en los últimos años, pero aclara que aún falta un largo tramo por recorrer.
“Esas inversiones se tornan insuficientes para atender fenómenos climáticos como los vividos últimamente, y para contar con una red más moderna, flexible y resiliente, que permita que los usuarios cuenten con una mejor la calidad de suministro y que puedan acceder directamente a los beneficios de la transición energética”, dice.
De la misma forma, el experto agrega que “es claro que se requieren más y mejores inversiones. Sin la infraestructura necesaria en distribución nos arriesgamos al sin sentido de tener una matriz energética limpia y renovable, pero que a nivel domiciliario se continúe, por ejemplo, utilizando leña, parafina o carbón para calefacción y el petróleo y la gasolina para el transporte. La distribución eléctrica no puede ser la tarea pendiente de la transición energética, y el problema está dado fundamentalmente por la obsolescencia de la regulación de este segmento”.
Una regulación “obsoleta”
Juan Meriches también hace un repaso por los desafíos pendientes que existen en el país para garantizar la estabilidad, seguridad y continuidad del servicio energético. Según afirma, en Chile existe un problema estructural con una regulación de la distribución, ya que a su juicio “está completamente obsoleta”.
1.800millones de dólares han invertido las empresas eléctricas en los últimos años
“La regulación actual del sector tiene 40 años sin modificaciones estructurales. Fue creada para cumplir otros objetivos (cobertura de la red), lo que cumplió de manera eficaz. Sin embargo, hoy es una piedra de tope no sólo para responder a las necesidades de los usuarios en el mediano plazo, sino que incluso para cumplir las expectativas actuales de los clientes respecto del servicio que reciben.
Añade que hoy en día, la regulación incentiva “el mínimo costo, sin considerar un desarrollo eficiente de la red. La empresa modelo es una simplificación de la complejidad de operar una empresa real. Es una regulación que prácticamente no reconoce los efectos del cambio climático, que no fomenta el desarrollo de inversiones eficientes necesarias en la red y menos aún está preparada para una mayor electrificación de los hogares o nuevos fenómenos como la electromovilidad o la generación distribuida”.
“Hoy las empresas deben competir con una empresa modelo ficticia, que se resetea cada 4 años y que funciona al mínimo costo, en un país real que, por el contrario, requiere más y mejores inversiones para una mejor calidad de suministro para los usuarios. Hoy esas señales no existen”, complementa.
¿Y cómo mejorar en esta materia? Juan Meriches indica que “se requiere una actualización profunda del actual marco regulatorio de la distribución, que entregue los incentivos adecuados para que se efectúen las inversiones en redes y tecnologías que permitan una operación cada día más robusta y moderna de las redes, que otorguen flexibilidad para que estas puedan adaptarse a una configuración cada vez más compleja, y que permitan una mejora continua de la calidad de servicio que reciben los clientes”.
Equilibrar costos con la necesidad de mantener precios accesibles
En un año que ha estado marcado por los problemas de suministro debido a las condiciones climáticas, Meriches detalla que Chile busca llegar a un nivel de interrupciones promedio de 4 horas al año en 2035 y 1 hora al 2050. En la actualidad, ese tiempo promedio es de 13,5 horas.
“Es necesario avanzar en nuevas inversiones en distribución y eso naturalmente tiene costos, pero creemos que hay espacio para que se puedan realizar las inversiones que necesita el país, sin que eso tenga efectos significativos en las cuentas de los clientes finales, debido a la proporción menor que hoy representa el segmento en ella”, sentencia.