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Un triunfo para no callarlo

Chile derrotó por 3-0 a su similar brasileño por primera vez en la historia de las Eliminatorias, en un encuentro que dejó mucho más que sólo el gusto de la victoria. El buen juego nacional despertó las ilusiones mundialistas.

15 de Agosto de 2000 | 23:06 | El Mercurio Electrónico
SANTIAGO.- La selección nacional derrotó por 3-0 a Brasil, en un resultado histórico para nuestro fútbol. Al finalizar el encuentro, quedó la sensación que ambos equipos salieron con las camisetas cambiadas, porque esta noche Chile jugó como Brasil.

La segunda etapa comenzó difícil para la oncena nacional. Brasil retomó su toque veloz, que complicó a la defensa nacional. El sector izquierdo de la zaga chilena, resguardado por Francisco Rojas, fue lejos el espacio más conocido por los atacantes cariocas. Sin embargo, los tres centrales nacionales lograron evitar cualquier tanto en contra. Y cuando los remates lograban llegar al pórtico, estaba Nelson Tapia, quien jugó un partido al que no se le pueden hacer críticas.

Chile debió esperar un gol, al igual que en la primera etapa, para comenzar a jugar bien. Un pase elevado de David Pizarro, tras uno de sus característicos enganches fuera del área, es recepcionado por Marcelo Salas, quien con muy poco ángulo remata con potencia, fusilando a Dida por tercera vez.

El 3-0 le entregó a Chile nueva confianza. La presión ejercida en la mediacancha en el primer tiempo, volvió a estar presente en el complemento. En esa tarea, Pablo Galdames fue vital. El volante de la Universidad de Chile logró cumplir la tarea que se le tenía encomendada, y también la de Marco Villaseca, lesionado durante la primera etapa.

Los cambios de Salas y Zamorano sirvieron para reconocer su buena labor, en especial del "Matador", quien jugó un partido cercano a la perfección.

Los últimos quince minutos mostraron a un Chile resucitado, en comparación al de otras presentaciones. Las llegadas brasileñas, sin embargo, mantenían cierto suspenso. Por suerte Marques, ingresado en la segunda etapa, no estuvo en una buena tarde y malogró al menos cuatro oportunidades claras.

Destapen las champañasEl pitazo final significó un alivio y permitió el inicio de las celebraciones. Es un triunfo para gritarlo, no para callarlo. El público lo entendió así y lo hizo saber. Es una lástima que los jugadores, fuera del campo, no lo entiendan así.
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