SANTIAGO.- Antes de terminar el primer tiempo del partido, Solabarrieta, el relator de turno (que no sé si me molesta más o menos que Carcuro), dijo "partido un tanto estático". Fome digo yo, desabrido, latero y sufrido más encima.
Cuando vi a los jugadores de mi Roja (soy un poco fanática) entrar a la cancha en Ecuador me vino el típico cosquilleo estomacal que me suele aparecer cada vez que veo los partidos de Chile. Yo traduzco que esa cosquilla es emoción, una emoción rica, estimulante, pero que siempre es el principio de otras mejores. Pues bien, en esta oportunidad creo que fue la más positiva, puesto que todo lo que vino en el resto del partido fueron nervios y rabia.
¡Qué decepción!, sobre todo después de haber gozado cada madrugada con los partidos que estos mismos jugadores hicieron en los Juegos Olímpicos. De verdad, tenía la sensación de que iba a ser una tarde intensa, hasta pensé en ir a Plaza Italia (como suelo hacerlo) y me sentía mal por no andar con mi bandera, pero ahora... creo que voy a hacer como si no hubiera visto nada.
Me cuesta reconocer que Ecuador fue mejor. Hasta los 20 minutos del primer tiempo traté de convencerme de que la cosa iba a cambiar, de que Chile iba a atacar y de que podría verle la cara al arquero de los rivales, pero al que más recuerdo de todo el partido es a Nelson Tapia, el único rescatable de Chile. No le vi ni el cintillo a Zamorano, y cuando llegó el final del primer tiempo sólo pensé "ojalá el 'profe' Acosta haga que entre Rozental para por lo menos tener algo en qué distraerme".
Cuando el segundo tiempo empezó Rozental no entró y me tuve que conformar con seguir mordiendo mis uñas (igual que Acosta cada vez que lo mostró la cámara).
Los comentaristas de la tele decían que Chile había mejorado, pero yo no sé si estaban viendo otro partido. Y más aún, estaba de acuerdo con cada improperio que los "entendidos en fútbol" (o sea los hombres a mi alrededor), decían, y eso es extraño porque suelo discrepar de los comentarios de los expertos (porque no sé por qué extraña razón cada vez que ven fútbol los hombres se convierten en técnicos) y defender a los jugadores en los partidos.
Cuando ya casi ni miraba la tele de lo aburrida y desilusionada (sólo lo hacía para ver a Rozental, que por fin entró al juego), vino el broche de oro...¡Gol de Ecuador!, irreproducible lo que escuché y lo que me habría gustado gritar.
El mundial se aleja más y más y con ello la ilusión de todos. Sé que a estas alturas no debería esperar nada de Chile ni sorprenderme con estas actuaciones de la Roja, pero es que no sé porqué extraña razón siempre conservo la ilusión. Creo que voy a optar por hacer como si esta derrota no hubiera ocurrido. Sólo así podré recuperar energías y entusiasmo para volver a creer que las posibilidades matemáticas harán realidad nuestro paso por Asia en el 2002, porque por fútbol, mejor confiar en las matemáticas. Y más encima ahora se nos viene Argentina...