MELBOURNE.- El francés Arnaud Clement, décimo quinto favorito, sudó sangre, estuvo enterrado y con el responso oficiado pero resucitó con gran garra y después de cuatro horas y ocho minutos de dura lucha venció a su compatriota y amigo Sebastien Grosjean para lograr una plaza para la final del Abierto de Australia.
Clement levantó dos bolas de partido y necesitó cinco para acabar una lucha fratricida, la primera entre dos franceses en las semifinales del abierto de australiano, por 5-7, 2-6, 7-6 (7-4), 7-5 y 6-2. En su primera final de un Grand Slam tendrá como rival al defensor del título, el estadounidense Andre Agassi, que descansado y sonriendo contempló el partido en su hotel tras lograr su billete un día antes al doblegar al australiano Patrick Rafter.
En el segundo partido más largo del torneo este año (el Burgsmuller-Elsner duró un minuto menos) Clement luchó contra su destino en la Rod Laver Arena. Había ganado dos veces antes a su compañero de dobles en pista dura, pero siempre había sido derrotado en cinco sets en Melburne en sus tres visitas anteriores.
Tampoco Grosjean había salido airoso en un partido en Australia al límite, por lo que el duelo se convirtió en excitante cuando Arnaud logró igualar la contienda. Las estadísticas del partido favorecieron a Grosjean a pesar de perder pero la clave estuvo en la mentalidad ganadora de Clement.
Ambos llegaron a este partido con solo un set cedido. Clement ante el ruso Yevgueny Kafelnikov y Grosjean contra el sueco Magnus Norman, pero Sebastien tenía una ilusión mayor, demostrar otra vez a los federativos franceses que se equivocaron con él cuando le desecharon hace siete años porque le consideraban demasiado bajito (1,75 para ser un jugador de elite).
Les cerró la boca al año siguiente cuando ganó el campeonato júnior francés y más aún cuando en 1996 triunfó en el doble en Roland Garros y fue proclamado campeón del mundo en esa categoría, en individual y dobles por la FIT.
Clement tenía sus dudas pues además de que sufre astigmatismo y a veces no puede utilizar sus gafas (hoy empezó con ellas pero no pudo pues se jugó con el techo cerrado y los cristales se le ahumaban), su pierna izquierda estaba tocada desde el partido contra Kafelnikov, lesión que se le reprodujo en el séptimo juego del segundo set cuando necesitó atención.
Grosjean tuvo el encuentro dominado y ganado. Haciendo bueno el pronóstico de Carlos Moyá que aventuró que si seguía a ese nivel tenía posibilidades de salir campeón, Sebastien disfrutó de un punto de partido en el octavo juego del tercer set (5-3) con su rival al servicio y otro en el siguiente, con saque propio, que terminó perdiendo. Fue la reacción de Clement que hasta ese momento sólo había podido robar una vez el servicio de su rival (sexto juego del primer set) y los momentos en los que el duelo cambió de signo.
La lucha se transformó entonces y de ser aburrida y anodina ofreció garra y emoción. Los dos amigos dejaron aparte su relación para enfrascarse en un agotador enfrentamiento que seguro que favorecerá a Andre Agassi el domingo.
Clement ganó el desempate del tercer set y empezó a confiar en sus posibilidades. Al estilo de Lleyton Hewitt encontró coraje donde antes no había fuerzas y levantó el puño hacia sus familiares cuando logró la cuarta manga.
Ya no había tregua pero en el ambiente se perfilaba quien se sentía más confiado y quien estaba frustrado y hundido ante la oportunidad perdida. Grosjean perdió su saque en el tercer y quinto juego del set definitivo. Toda su rapidez y alegría de partidos anteriores desapareció de un plumazo. Sólo en el dramático noveno juego ofreció algo de su brillante tenis cuando levantó las primeras tres bolas de partido que tuvo en contra.
Clement desperdició la cuarta con una doble falta pero no falló en la quinta. Y los dos se fundieron en un abrazo al final con la red por medio. Ahora Arnaud aspira a convertirse en el segundo francés que gana el torneo después de 73 años cuando Jan Borotra liquidó al australiano Ronald Cummings.