Mientras más viejo, más bueno. Andre Agassi (6) logró en la madrugada de ayer demostrar que a los 30 años sigue siendo un jugador dominante en el circuito; demostró que por más que haya caído en oscuros pozos durante su carrera su tenis sigue en permanente evolución.
Porque el Agassi que ganó su tercer título en el Abierto de Australia, séptimo del Grand Slam en su carrera, el mismo que logró concretar su primera defensa exitosa de uno de los cuatro grandes, es distinto al muchacho de tenis agresivo y vestir extravagante que amenazaba con revolucionar el circuito a fines de los '80.
Así quedó establecido con creces en el partido decisivo del cemento de Melbourne Park. Sobriamente ataviado, empleando un tenis más cerebral que espectacular, Agassi venció sin mayores complicaciones al francés Arnaud Clément (18) por 6-4, 6-2 y 6-2.
Fue una final rápida, fugaz, que tomó sólo una hora y 46 minutos. Final que tuvo un sólo dominador de punta a cabo, en que Clément pareció entrar derrotado tal como lo hiciese Marcelo Ríos, en 1998, ante el checo Petr Korda.
Agassi estuvo impecable en el juego de fondo; Clément se ofuscaba cada vez que un derecho se convertía en error no forzado. El estadounidense usó un tenis frío, cuidado; el francés uno desesperado, sin control.
Ambos tenían méritos para llegar a la instancia. Agassi se deshizo de Todd Martin (54), verdugo de Pete Sampras (3), y en semifinales fue implacable ante un Patrick Rafter (15) que venía encendido. Clément, en tanto, había despachado al ruso Yevgeny Kafelnikov (5) y a su amigo Sébastien Grosjean (19).
Pero la gloria de Australia estaba reservada para el nativo de Nevada. No por nada contaba con 12 finales de Grand Slam en el cuerpo contra ninguna de Clément. No por nada volvió de un oscuro puesto 141 en 1997 al primer plano en 1998. No por casualidad ganó, ya cerca de su cuarta década, en su segundo aire, cuatro de sus siete Grand Slam.
¿Qué más se puede decir de Agassi que ya no se sepa? Poco. Como que es uno de los cinco jugadores que han logrado ganar al menos una vez los cuatro grandes, junto con Roy Emerson, Rod Laver, Fred Perry y Don Budge. O que igualó a grandes como John Newcombe, John McEnroe o Mats Wilander en la tabla encabezada por Pete Sampras (13) de títulos de Grand Slam.
¿Qué la falta por lograr? Primero que nada, no repetir lo de 2000 cuando luego de ganar Australia no supo de más títulos y descendió del número uno al seis. Segundo, más ambicioso aún, lograr el auténtico Grand Slam: ganar los cuatro máximos torneos en un año, cosa sólo conseguida por Laver y Budge.
¿Hasta cuándo durará Agassi? El norteamericano decía en la semana previa al Abierto de Australia que cada día encontraba una nueva motivación para jugar al tenis, aun cuando las lesiones ronden su ya inveterado cuerpo y el cáncer diagnosticado a su madre y hermana agobien su cabeza.
Mientras que otros tenistas coetáreos como Sampras o Rafter no ven con malos ojos el bajar las revoluciones - y quizá la cortina- , el calvo, carismático y talentoso estadounidense parece cumplir el adagio vitivinícola.
Acorde pasa el tiempo, su tenis mejora.
Clément, el querido
Con sus estrambóticas gafas y su cordialidad habitual, Arnaud Clément supo ganarse el aprecio del respetable congregado en la Rod Laver Arena.
Quizá por no ser el favorito, por no encabezar las apuestas o por ser un novato en eso de estar en la cúspide, el originario de Aix-en-Provence fue querido en Melbourne. Pero su despedida estuvo un poco fuera de libreto.
Primero porque tuvo algunos problemas a la hora de elegir qué discurso habría de leer (los más deslenguados dijeron que tenía dos distintos dependiendo de su suerte, pero él lo descartó de plano) y luego, tras disculparse por su mal inglés, rompió a hablar en su nativo francés por un largo rato.
"Han sido dos semanas increíbles en mi carrera. Competir por un Grand Slam es algo muy irreal para mí y espero experimentarlo de nuevo", alcanzó a decir en anglosajón.
Ya en su lengua madre, el galo, que logró su mejor resultado en uno de los cuatro grandes admitió que "Agassi es el mejor. Fue imposible derrotarlo hoy. Fue demasiado fuerte. No es que me haya sentido nervioso, simplemente no le pude jugar. Jugué como sé hacerlo porque así le había ganado ya dos veces, pero él estuvo dos o tres niveles por encima".
"Me estuve diciendo durante dos días que este partido no era especial. No estaba cansado por mis encuentros anteriores, pero fue obvio que Andre estuvo bien desde el comienzo", agregó.
Y Clément no paró de ensalzar al estadounidense: "No creo que nadie le hubiese podido ganar hoy (ayer) desde el fondo de cancha. Quizá alguien con un juego diferente, de saque y volea, hubiera tenido una oportunidad pero... no lo creo".