BUENOS AIRES.- El torneo Clausura de la primera división argentina de fútbol tratará de romper desde mañana la hegemonía que vienen demostrando en el último tiempo Boca Juniors y River Plate, y que torna aburridos los campeonatos.
Los números reflejan lo que el público siente cada vez que está por comenzar un nuevo campeonato argentino. De los últimos cinco torneos disputados, Boca ganó tres y River se adjudicó dos.
Ya parece historia repetida, pero lo cierto es también que ningún otro puede llegar a tener el nivel de juego que demuestran los dos equipos más populares de la Argentina.
Sin Martín Palermo, y con un éxodo bastante significativo, Boca tratará de reeditar los logros conseguidos en 2000, pero su entrenador Carlos Bianchi sabe que esa tarea es titánica y hasta rayando lo imposible.
En la otra vereda se encuentra River, en donde si bien se fueron algunos jugadores, la base de juego se vio reforzada con los regresos del mediocampista Leonardo Astrada (del Gremio de Brasil) y el paraguayo Celso Ayala (del Sao Paulo).
Pero lo que necesita imperiosamente River es cambiar la mala imágen que dejó en al final del año pasado, donde su juego deambuló en la mediocridad, y sus hinchas mascullaron bronca viendo como era precisamente Boca el que tocaba el cielo con las manos.
En un segundo pelotón se encolumnan San Lorenzo de Almagro, Independiente y Vélez, que intentan resurgir de entre las cenizas y arrebatarle un título a los dos poderosos.
Los tres, en mayor o menor medida, apuestan sus fichas a los jugadores juveniles. Independiente y Vélez cuentan con técnicos de reconocida experiencia (Osvaldo Piazza y el uruguayo Oscar Tabárez, respectivamente), mientras que San Lorenzo es una incógnita tras la renuncia de última hora de Oscar Ruggeri.
Los carteles de "sorpresa" del certamen bien podrían recaer en Gimnasia y Esgrima La Plata -de la mano del experimentado entrenador Carlos Timoteo Griguol- y Talleres de Córdoba, que quiere repetir la muy buena campaña del año pasado.
Mención aparte merece Racing Club, en donde los cambios comenzaron con el nuevo milenio, y el gerenciamiento promete sacar a la entidad de un ostracismo que ya lleva 35 años sin frutos. Pero el presente no es para nada alentador, porque deberá preocuparse más por su comprometida posición en la tabla de los promedios, que en pensar pelear el título. Precisamente, Racing abrirá la competición mañana enfrentándose a Talleres.
Sin lugar a dudas uno de los temas por el que más tendrán que preocuparse todos quienes están inmersos en el fútbol argentino, es el de la violencia, que como siempre amenaza con empañar un espectáculo de color y alegría.
Los graves hechos ocurridos durante la última fecha del torneo pasado -enfrentamientos entre los hinchas de Independiente y Racing-, los ocurridos en el verano entre aficionados de River y la policía, y la reciente pelea que acabó con un seguidor de Racing herido de bala en el hospital, son un llamado de atención.
Con pocas expectativas de que alguien pueda cambiar el final de la historia, pero con la fe puesta en que surja alguna figura prometedora que haga olvidar las penas y las amarguras, el fútbol argentino se prepara para comenzar un duro, corto y exigente torneo, que no es poco.