MADRID.- La visita del Barcelona al Santiago Bernabeu no es sólo la reedición del "clásico" que más pasiones despierta. Es, sobre todo, la "hora de la venganza" para el portugués Luis Figo, el último "tránsfuga" en la historia de los dos clubes más poderosos del fútbol español.
Nunca un fichaje fue más caro -cerca de 54 millones de dólares (10 mil millones de pesetas)- ni provocó más reacciones de adhesión u odio. Luis Figo, ídolo barcelonista hasta hace una temporada, sufrió en octubre el mayor acoso que se recuerda a un jugador en campo ajeno y, ahora, busca el desquite.
Hace cuatro meses, cuando saltó al Camp Nou, recibió todo tipo de mensajes desde la grada. "Dólares igual a Figo", "Los que te quisimos siempre te odiaremos", "Figo, tenemos 10.000 millones de razones para odiarte", fueron algunas de las pancartas que sirvieron para expresar el sentir de la afición azulgrana hacia el ídolo caído.
El centrocampista portugués llegó a sentirse en el Camp Nou como si hubiese jugado en una pista de aterrizaje del aeropuerto de El Prat, porque ese fue el volumen de sonido que originó, desde las gradas, cada intervención suya.
No pudo lanzar los saques de esquina y quedó anulado por un marcaje personal, el de Carles Puyol, que le persiguió "hasta la ducha".
¿Qué ocurrió para que Figo provocase tal desprecio? Su caso no es el único, ni será el último de un jugador que cambia un escudo que parecía tener cosido al corazón por el del rival.
Ya había precedentes de emblemas del barcelonismo que cogieron el puente aéreo, como José Samitier, el "mago del balón" que dio cinco títulos de Copa al club catalán y la Liga de la temporada 28-29. Samitier, sin embargo, fue vendido por una directiva azulgrana necesitada de liquidez económica y que no pensó que un jugador con 30 años pudiese aportar demasiado al máximo rival.
Se equivocaron. En la temporada 32-33, el Madrid logró el título de Liga después de vencer por 2-1 a los barcelonistas con goles de Samitier, pero ni eso le valió tal desprecio de la afición.
Samitier fue homenajeado en el campo de Les Corts, volvió para ser entrenador del Barcelona y le dio el primer título de la posguerra, en 1945, con goleada incluida por 5-0 sobre el Madrid.
Pudo, incluso, cambiar la historia de ambos clubes, porque negoció con el River Plate la incorporación de Alfredo Di Stéfano, pero se le adelantó Raimundo Saporta, que llegó a un acuerdo directamente con el jugador.
La animosidad en contra de Figo tampoco tiene parangón con la que pudieron sufrir el alemán Bernd Schuster o el danés Michael Laudrup. Al fin y al cabo, el centrocampista alemán se dirigió a Madrid después de ocho temporadas, tras pasar un año en blanco, enfrentado en los tribunales con José Luis Núñez. Laudrup, en 1994, vivió una situación similar a la que había sufrido Luis Milla cuatro años antes. Johan Cruyff, que le había recuperado para el fútbol, no permitió que discutiese su mandato.
El caso del centrocampista danés, que dijo haber vivido uno de los peores momentos de su vida el día que regresó al Camp Nou, provocó un par de fichajes en sentido contrario.
Cruyff rescató de terceros clubes al rumano Gheorghe Hagi y, posteriormente, al croata Robert Prosinecki, dos fichajes "estrella" de Ramón Mendoza, convencido de repetir el éxito logrado con Laudrup.
Hasta el caso de Figo, el Barcelona había dado el último golpe directo con el fichaje de Luis Enrique Martínez, el internacional que tras ganar la Liga con Jorge Valdano y de haber jugado en casi todos los puestos, se sintió maltratado por la afición madridista y recaló en el Camp Nou.
Luis Enrique ha encontrado siempre un ambiente adverso en el Bernabeu, que no pareció afectarle en exceso, y volverá a ser silbado el sábado, pero su presencia quedará oscurecida por la de Figo, por el acto de desagravio que pretende darle la afición blanca.
Ni siquiera la posible presencia de Alfonso Pérez, que pasó de posible sucesor de Emilio Butragueño a proclamar este verano su amor a los colores barcelonistas, o la de Dani García, formado en la cantera madridista, recibirán una atención preferente.
Volverá a ser el partido de Figo, el del jugador que cambió de club en plena campaña electoral de ambos clubes, un año después de proclamar aquello de "blancos, llorones, saludad a los campeones", y que ya ha anunciado su intención de marcar, para desquitarse.
Los "desertores":
1932: José Samitier (del Barcelona al Real Madrid)
1961: Justo Tejada (del Barcelona al Real Madrid)
1962: Evaristo Macedo (del Barcelona al Real Madrid)
1965: Ferdinand Goyvaerts (del Barcelona al Real Madrid)
1966: Lucien Muller (del Real Madrid al Barcelona)
1988: Bernd Schuster (del Barcelona al Real Madrid)
1990: Luis Milla (del Barcelona al Real Madrid)
1992: Nando Muñoz (del Barcelona al Real Madrid)
1994: Michael Laudrup (del Barcelona al Real Madrid)
1996: Luis Enrique (del Real Madrid al Barcelona)
2000: Luis Figo (del Barcelona al Real Madrid)
Otros con paso intermedio:
1930: Ricardo Zamora (Barcelona-Español-Real Madrid)
1991: Gheorghe Hagi (Real Madrid-Brescia-Barcelona)
1993: Nando Muñoz (Barcelona-Sevilla-Real Madrid)
1995: Robert Prosinecki (Real Madrid-Oviedo-Barcelona)
1995: Miquel Soler (Barcelona-Sevilla-Real Madrid)
1999: Dani García (Real Madrid-Mallorca-Barcelona)
2000: Albert Celades (Barcelona-Celta-Real Madrid)
2000: Alfonso Pérez (Real Madrid- Betis-Barcelona).