SANTIAGO.- La selección chilena tuvo el año pasado un superávit de 1.951 millones de pesos (unos 3,27 millones de dólares), a pesar de su magra campaña a nivel internacional, que lo tiene prácticamente eliminado del Mundial 2002, informó hoy la federación nacional de fútbol.
El superávit es producto de ingresos por 6.563 millones de pesos (11,03 millones de dólares) y gastos por 4.612 millones de pesos (7,75 millones de dólares).
Los resultados de la selección fueron dados a conocer en el marco del balance de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional, que informó un superávit de 6.174 millones de pesos (10,37 millones de dólares) el año pasado. La cifra es superior en 910.709 dólares en comparación con el superávit registrado en 1999.
La federación indicó que el año 2000 generó ingresos por 13.632 millones de pesos (22,91 millones de dólares) y tuvo egresos por 7.710 millones de pesos (12,95 millones de dólares).
Tras dar a conocer el balance, el tesorero del directorio de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional, Enrique Berríos, destacó la reforma a los estatutos de la Asociación, que permitirá a los clubes convertirse en sociedades anónimas abiertas.
"Bajo un marco regulador de sociedades anónimas, los socios pasan a ser accionistas que designan un directorio, que a su vez nombra a un gerente general, que es quien administra la institución", explicó.
Agregó que bajo este sistema existirán "responsabilidades civiles y penales en la administración de la empresa" y es hacia allá donde el fútbol chileno "quiere llegar".
En ese sentido, el gerente general de la Asociación, Pablo Hoffmann, señaló que si cada club es capaz de generar sus propios ingresos a través de estas nuevas estructuras de financiación, "el fútbol sería una actividad bastante más rentable".
La apertura de los 32 clubes profesionales a transformarse en sociedades anónimas podrá hacerse una vez que el Congreso apruebe la ley de Sociedades Anónimas Deportivas.
Sin embargo, en enero pasado el presidente chileno, Ricardo Lagos, dio un gran paso hacia ese fin al promulgar una nueva Ley del Deporte que introdujo un nuevo sistema de financiación a través de incentivos tributarios a los privados.
Esta iniciativa abrió la puerta, en la práctica, para que los clubes de fútbol se transformen en sociedades anónimas abiertas.
