SANTIAGO/PARIS.- Al chileno Marcelo Ríos ya no le faltan el respeto. Literalmente, le están pasando por arriba y si gana algún encuentro, como sucedió el martes ante el sudafricano Wayne Ferreira, lo hace en mayor medida por los errores del rival.
Ríos se despidió este jueves de Roland Garros. Cayó ante el francés Nicolas Coutelot (184° de la ATP) por 3-6, 4-6 y 4-6 tras una hora y 25 minutos de juego. Más bien dicho, en 85 minutos de mediocre rendimiento y de un mayor atrevimiento de Coutelot, que juego a juego fue ganando en confianza y en el marcador.
Lo del chileno ya no resiste mayor análisis. Lento hasta no moverse del centro de la cancha, muchas veces ni siquiera bien parado para responder con algo de picardía, el otrora número uno del mundo fue presa fácil de los envíos del francés, que acertó 49 tiros ganadores, incluyendo 6 aces.
Si bien Coutelot ganó 94 puntos en la cancha, no es menos cierto que Ríos cometió 40 errores no forzados, poco menos de la mitad de los que realizó frente a Ferreira, pero esta vez tuvo enfrente a un rival que aprovechó esas licencias y además acertó con lo suyo.
Al parecer lo de Ríos ya no pasa por jugar y jugar. Lo ha hecho y no ha subido su nivel ni siquiera un escalón. Lo suyo pasa por encontrar un coach que lo mande, que se imponga y le cambie su mentalidad. Que lo haga trabajar, junto al preparador físico Carlos Cardemil, como si fuera ese niño que deslumbró cuando debutó en el Grand Slam francés y se paró de igual a igual frente a Pete Sampras.
Sólo así el chileno volverá a pararse en un cancha con autoridad, sin que un jugador del montón le pase por arriba.