MILAN.- El italiano Gilberto Simoni (Lampre) logró el sueño de todo ciclista de ganar una gran carrera, a ser posible en su país, y el corredor trentino lo hizo en el Giro que concluyó hoy en Milán y después de vestir la "maglia" rosa desde la decimotercera etapa.
Le acompañaron en el podio dos españoles Abraham Olano y Unai Osa, en una carrera que quedará marcada por la redada policial de la noche del jueves, que marcó el desarrollo de las últimas etapas, pues esta intervención pudo poner fin al Giro antes de tiempo.
Junto a Simoni, Olano y Osa, estuvieron en los diferentes podios finales el colombiano Fredy González, para recoger los laureles de la montaña; el italiano Massimo Strazzer, ganador de la regularidad e intergiro; la escuadra italiana Alessio, en equipos, y al italiano Mario Cipollini, vencedor de la última etapa.
Los últimos 125 kilómetros, entre Arona, al pie del lago Mayor y la capital lombarda de Milán, fueron recorridos por Mario Cipollini (Saeco) en 3 horas, 5 minutos y un segundo logrando así su cuarta victoria en la presente edición del Giro y la número 34 en sus diferentes participaciones, quedándose a siete del récord del también italiano Alfredo Binda.
Cipollini no tuvo mayores problemas para sumar uno nuevo triunfo en el Giro, pues la etapa resultó más tranquila de lo esperado y aunque hubo muchos intentos por evitar la llegada masiva no prosperaron. Cipollini se convirtió en el corredor más laureado en las 75 llegadas a Milán, pues suma cuarto por tres de Binda.
La etapa no tuvo mayor historia que saber quien ganaba el último esprint, pues la carrera estaba sentenciada desde hacía muchos días, concretamente desde el pasado jueves, tras la ya famosa batida de la policía y cuerpos especiales del ministerio de seguridad italiano.
Simoni daba el zarpazo, que prácticamente resultó definitivo, en el terreno que mejor se defiende: la montaña. En el mítico Pordoi no logró la victoria en su duelo particular con el mexicano Julio Alberto Pérez Cuapio, primer corredor de ese país en ganar una etapa en el Giro, pero si una buena renta sobre sus más directos rivales y se enfundaba el jersey de líder que ya no soltaría.
Fue el primer aviso del buen momento de forma por el que atravesaba el ciclista italiano, tercero en las ediciones anteriores, estado de gracia que confirmó en la maratoniana contrarreloj individual de 55,5 kilómetros en la que era segundo y superaba con un margen mayor de lo esperado a los grandes especialistas en esa modalidad, especialmente al español Olano.
Desde ahí hasta la meta final en Milán, a Simoni sólo el hacía falta controlar las diferencias con sus rivales, pero incluso llegó a ampliarla en un derroche de fuerza y estado de buena forma física al que ninguno de sus rivales pudo dar réplica.