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Wimbledon: Ivanisevic le gana a la maldición

Al cuarto punto de partido, el tenista croata pudo sellar su cuarto intento por quedarse con la corona del tercer Grand Slam del año, un maleficio que le perseguía desde hace nueve temporadas.

09 de Julio de 2001 | 11:00 | EFE
LONDRES.- En su cuarta ocasión, el croata Goran Ivanisevic rompió el melficio de la final en Wimbledon y se adjudicó el torneo tras derrotar al australiano Patrick Rafter por 6-3, 3-6, 6-3, 2-6 y 9-7, en la segunda final de la historia que tuvo que disputarse en lunes por la lluvia.

Ivanisevic, finalista en 1992, 1994 y 1998 es el primer hombre que, tras participar con una invitación oficial de la organización gana la final de Wimbledon y de un Grand Slam.

Con su triunfo el croata, de 29 años, suma 200 puntos para la Carrera de Campeones, que lidera el estadounidense Andre Agassi, y se sitúa en la décima posición.

La contundencia y la velocidad del saque del croata, que en los seis partidos que había disputado este año en la hierba londinense había logrado 186 puntos directos con su primer servicio, fue fundamental en el desarrollo del primer set.

Tras el 3-0 a favor de Ivanisevic, cada jugador mantuvo la iniciativa con su saque. Rafter no pudo recuperar el terreno perdido y, con 5-3 y 40-15 favorable al croata, la segunda pelota de set fue suficiente para sentenciar la primera manga por 6-3 en 29 minutos.

En el segundo set, Rafter recuperó la confianza, empezó adjudicándose su servicio con suficiencia y dejó que Ivanisevic fuera víctima de su propia fogosidad.

Una doble falta del zurdo croata permitió la opción a su rival para romperle el servicio, por primera vez en el partido, y el australiano no dejó escapar la posibilidad con una volea cruzada que sorprendió a Ivanisevic a contrapié.

La suerte se repitió en esta segunda manga y, el 3-0 con el que se situó Rafter, fue suficiente. Cada jugador mantuvo su servicio y el australiano igualó la final con idéntico marcador (3-6) tras 31 minutos de jugo de alto nivel.

Ivanisevic disputaba el torneo londinense por decimocuarta vez consecutiva con la esperanza de inscribir el nombre de su país con letras de oro, "harto ya de recibir los platos que entregan al finalista derrotado en Wimbledon. Ya tenía la vajilla completa".

El croata comenzó mandando el tercer ser por 2-1 cuando reclamó los servicios del médico de la pista central para calmar su dolorido hombro izquierdo. Tras los masajes del galeno, su brazo volvió a funcionar con la contundencia habitual y encadenó tres juegos consecutivos, el último de ellos en blanco, para situarse 5-2.

Rafter mantuvo su servicio (5-3) y salvó la primera bola de set con un paralelo de derecha, pero el saque del croata, con un punto directo incluido, no dio opción a nada más.

Aquel que comenzaba el set sirviendo se llevaba el parcial y la cuarta manga no fue una excepción. Rafter tomó ventaja de 3-2 y, en el sexto juego, una jugada polémica sacó al croata del partido.

Primero sancionaron a Ivanisevic con una falta de pie que desembocó en una doble falta y, luego, un saque que pudo tocar la línea, fue cantado fuera por el juez de silla y el genio se desató. Tiró la raqueta al suelo, dio una patada a la red y perdió, no sólo la concentración, sino el punto el servicio y el set (que acabó con un 2-6 para el australiano).

La quinta y definitiva manga mantuvo el suspenso hasta el desempate. Cada jugador mantuvo su servicio y la igualdad llegó hasta el 6-6, primero y el 7-7 después, aunque el hambre de victorias del croata hizo el resto.

Rompió el saque a Rafter y se colocó con 40-30 que le daba su primera bola de partido. La tensión hizo mella en Ivanisevic que desperdició su oportunidad con una doble falta y repitió suerte a continuación.

Tuvo que esperar a la cuarta bola para culminar su sueño. El australiano estrelló le pelota en la red y el croata dio gracias al cielo, se tiró sobre el pasto y corrió a abrazar a su padre Srdjan que le esperaba en la tribuna.

En su profecía de ayer, Ivanisevic decía que si un ángel le asegurase la victoria en Wimbledon dejaría el tenis. Con el título en su propiedad aquel arrebato espera ahora su confirmación o su rechazo.
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