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Derrota de Ríos deja a Chile fuera del Grupo Mundial

Tras ganar los dos primeros sets, el tenista chileno fue presa del descontrol por un mal cobro que lo sacó del partido. Bastó ese punto para que el eslovaco Dominik Hrbaty comenzara a dar vuelta el destino y ganara el lance por 2-6, 4-6, 6-2, 6-4 y 6-2 y sepultara las ilusiones chilenas de retornar a la élite de Copa Davis.

23 de Septiembre de 2001 | 11:25 | Patricio Corvalán C, emol.com
PRESOV/SANTIAGO.- En alguna parte de la cabeza de Marcelo Ríos (también es válido buscarla en el corazón) debe estar la respuesta, porque mirando el partido desde afuera no había por dónde el chileno podía inclinarse ante el eslovaco Dominik Hrbaty, a quien vencía por dos sets a cero, controlaba el juego sin mayores sobresaltos y se encontraba en el nerviosismo del local con el aliado perfecto para ganar el segundo punto y seguir manteniendo la esperanza en el repechaje.

Hrbaty ganó 2-6, 4-6, 6-2, 6-4 y 6-2Un mísero altercado en el tercer set, cuando el chileno servía 2-3 y 30-40 empezó extrañamente a acortar las diferencias. Desde la tribuna (la televisión mostró a un moreno de pelo teñido) se sintió un trompetazo justo cuando Ríos sacaba. La pelota se le fue larga, Zuleta y el tenista reclamaron al árbitro del lance, pidiendo la repetición del servicio, pero el juez no aceptó y sólo pidió que siguiera el partido. Un airado Ríos mandó la pelota siguiente de revés a la red y se produjo el quiebre.

Detalle mínimo, ínfimo. De hecho, después del partido el propio Zuleta habló de la falta de físico y de decisión del chileno como razón para no aguantar los cinco sets, pero a partir del trompetazo, el partido cambió.

El chileno perdió un partido que tenía en el bolsilloFue otro Ríos. Ya no metía aces ni variaba el servicio para enloquecer las hasta entonces inofensivas devoluciones del europeo. No lograba con el slice de revés cambiar el ritmo del partido, ni tampoco sacaba de la manga la vieja magia que lo encumbró en la élite. Nada. Y las estadísticas comenzaron a cambiar. Hasta ese momento, Ríos ganaba en los aces, tenía más tiros ganadores, menos errores no forzados y más puntos acumlados.

Tal vez haya sido sólo una coincidencia, pero el que se metía a ver el partido desde ese momento se encontraría con el chileno apenas manteniendo su servicio -lo lograba más por los errores de su crecido rival- y con Hrbaty dándose ánimos ante el brusco cambio de las cosas.

Es cierto que el local comenzó paulatinamente desde el segundo set a contestar mejor, pero ni la rapidez para desplazarse de fondo ni sus servicios afinados podían ser suficientes para emparejar el destino.

Sin embargo, así fue y en el cuarto episodio bastó sólo el quiebre en el noveno juego, en el que Ríos volvió a mostrar flaqueza mental para aguantarla presión, para que todo quedara dos a dos.

La lotería del quinto parcial parecía que había vendido todos los boletos a Hrbaty, quien volvió a quebrar en el quinto juego, ante la desesperación del zurdo que no lograba meter su primer servicio y veía cómo no encontraba las armas ni la tranquilidad para derribar al debilucho que se había convertido en un gigante.

Bastó esa cuota de confianza, de sentirse renacido, para que Hrbaty conservara su saque y más encima, en el último peldaño de la presión, se diera el lujo de volver a quebrar al chileno cuando ya la cuenta estaba 5-2, cuando volver a la Primera División del tenis volvía a hacerle una finta a Chile y cuando habrá que esperar otro año más, el quinto consecutivo, para volver a tener el mismo sueño.
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