BERLIN.- La población muniquesa dio el sí en referendo, por abultada mayoría, a la construcción de un nuevo estadio para la ciudad y que servirá, paralelamente, al poderoso Bayern de Franz Beckenbauer y al segundo equipo ciudadano de la Bundesliga, el 1860 Múnich.
El "kaiser" del fútbol alemán se salió con la suya y consiguió movilizar al ciudadano a favor de una flamante "arena" futbolística, cuyo coste está presupuestado en 390 millones de euros.
Un 66 por ciento de los muniqueses, frente a un 37 por ciento de contrarios, según resultados aún provisionales, decantó la balanza a favor de esa construcción, que sustituirá al emblemático, pero obsoleto, estadio que acogió los Juegos Olímpicos de 1972.
A la consulta popular habían sido convocados unos 900.000 ciudadanos de Múnich, que según los sondeos preelectorales estaban divididos entre el sí y el no.
Beckenbauer, presidente del Bayern de Múnich y vicepresidente de la Federación Alemana de Fútbol, había hecho campaña por la necesidad de dotar a la ciudad de esa nueva arena, con el argumento de que el legendario estadio y su famosa carpa no eran aptos para la cita con los Mundiales 2006, de los que Alemania será sede.
La apuesta del "kaiser" había sido refrendada por su homólogo del segundo y algo más modesto club de la ciudad, Karl Wildmoser, del 1860 de Múnich.
Ambos presidentes encabezaban una curiosa gran coalición futbolística, frente a la que se había formado otra alianza de opositores al proyecto, integrada por grupos alternativos y entidades ciudadanas que consideran desproporcionado ese dispendio.
Los dos clubes muniqueses de la Bundesliga se han comprometido a aportar la parte del león en los costes de la construcción del estadio -unos 200 millones de euros-, pero el resto del presupuesto corresponde a las arcas públicas.
Los detractores del proyecto argumentaban que la ciudad tiene ya un bonito estadio, el Olímpico, y que si los clubes no están satisfechos con éste, que se construyan uno nuevo con fondos propios.
Beckenbauer, máximo responsable de la candidatura alemana a los Mundiales, había contraatacado con el argumento de que Múnich quedaría excluida de la ronda de encuentros "estrella" de ese torneo con un estadio "jubilable".
Parece que este argumento pesó en el orgullo de los muniqueses, incluidos los no aficionados al fútbol, que veían como una afrenta que la rica Baviera, el estado más próspero de Alemania, se quedase fuera del gran escaparate mundial de 2006.
Se da el caso que ni Beckenkbauer ni la mayoría de las millonarias estrellas de su club tenían derecho a voto, por residir fuera de Múnich y no estar incluidos, por tanto, en su censo.