MADRID.- El equipo español busca a partir de este miércoles en Madrid el sexto título en la Copa Federación, en una inmejorable ocasión para conseguirlo, apoyado por su público y en su pista predilecta, la tierra batida (arcilla).
Ganadora de cinco títulos en nueve finales disputadas en los últimos doce años, el conjunto que capitanea Miguel Margets tendrá no obstante un difícil escollo para alcanzar la final en Bélgica, con sus dos jugadoras Kim Clijsters y Justine Henin como principal inconveniente, habida cuenta de que ambas son quizás el mejor presente y futuro del tenis internacional.
Tras la retirada de Estados Unidos de la competición debido a razones de seguridad después de los atentados del 11 de septiembre, el grupo B en el que figura España se ha convertido en el más duro de esta fase final, con Australia y Alemania también en esa misma zona.
Pero también España ha perdido la oportunidad de saldar una cuenta pendiente contra Estados Unidos, su último verdugo con el que lleva perdidos 10 partidos en las dos últimas finales en las que se han enfrentado, ambas en terreno americano, en 1996 (Atlantic City) y 2000 (Las Vegas).
Aparte del empuje belga, el problema del conjunto español reside en él mismo. Arantxa parece firme y sobre su forma y lucha no hay dudas, pero la de Conchita Martínez no ofrece tantas garantías. La aragonesa no disputa un partido desde Wimbledon (julio) debido a sus problemas en el talón de Aquiles izquierdo, y a pesar de sus ganas y trabajo en estas dos últimas semanas, le falta competición.
Con esta merma, el capitán Miguel Margets tendrá una difícil tarea y habrá de sopesar si la experiencia de Conchita es más importante que el aporte de otras jugadoras como Virginia Ruano o Gala León para los partidos individuales.
Arantxa, ganadora este año de dos títulos menores, ambos en tierra, Oporto y Madrid, y finalista en Tokio (cayó en la final contra Jelena Dokic) tendrá sobre sus hombros una vez más toda la responsabilidad.
Bélgica representa actualmente el nuevo soplo de aire fresco con el que España irrumpió en 1989. Clijsters y Henin son dos auténticos bastiones, capaz de jugar bien en cualquier tipo de pista.
La primera, novia del australiano Lleyton Hewitt, fue finalista en Roland Garros en mayo, después de vencer a Henin en cuartos. Y la segunda, subcampeona de Wimbledon donde sólo Venus Williams pudo frenarla.
La otra llave es cuestión de rusas y francesas
En el grupo A, Rusia y Francia parecen las dos formaciones que lucharán por el puesto en la final. La cantera rusa, inagotable, hace que la falta de Anna Kournikova, más pendiente de nacionalizarse americana, está cubierta con energía por otras jugadoras que han salido de la misma escuela de Anna y que siguen su estela.
Elena Dementieva, medalla de plata en los JJ.OO. de Sydney, y reciente finalista en Moscú, es la mejor jugadora rusa del momento, y estará apoyada por la veterana Elena Lijovtseva y por dos nuevas y jóvenes luchadoras, Nadia Petrova y Elena Bovina.
Francia también tiene sus armas afiladas con la gran técnica de Amelie Mauresmo, la veteranía de Nathalie Tauziat y la confianza en dos jugadoras muy regulares, Sandrine Testud y Nathalie Dechy.
El grupo A incluye además a la República Checa y a Argentina. El el equipo sudamericano tiene a su mejor jugadora, Paola Suárez, en duda después del esguince de tobillo que sufrió mientras disputaba el torneo de dobles del Masters.
Argentina, que debutó en la competición en 1964, ha disputado 94 eliminatorias, con 56 victorias y 38 derrotas. El equipo se ha renovado completamente y después de las retiradas de jugadoras legendarias como Gabriela Sabatini o Mercedes Paz y Florencia Labat, ha dado paso a Maria Emilia Salerni, Clarisa Fernández o Laura Montalvo.