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Lleyton Hewitt es el mejor del mundo

El australiano, tras derrotar a su compatriota Patrick Rafter en dos sets, accedió al número uno de la "Carrera de Campeones" y se transformó en el tercer tenista de su país en conquistar tal lugar, después de John Newcombe y el propio Rafter.

16 de Noviembre de 2001 | 10:06 | DPA
MADRID/SYDNEY.- En dos meses logró todo: ganó en septiembre en Nueva York su primer Grand Slam, y hoy, ante su público en Sydney, se convirtió en el tercer australiano en la era del tenis abierto en alcanzar el número uno del mundo.

La vida y el tenis dan muchas vueltas, y de eso puede dar fe el australiano Lleyton Hewitt, que en esos dos meses dejó de ser el hombre polémico y malcriado del circuito para mirar a todos sus colegas desde la cima.

Sólo John Newcombe, durante ocho semanas en 1974, y Patrick Rafter, una semana en julio de 1999, habían podido conquistar desde 1968 el número uno para Australia. Hewitt tiene ya garantizado más tiempo en la cima que ellos, ya que matemáticamente no puede perder el primer puesto hasta mediados de enero.

"Es un sueño increible haber logrado esto a los 20 años y ante mi gente", dijo emocionado hoy tras derrotar a Rafter por 7-5 y 6-2. Mañana enfrentará al español Juan Carlos Ferrero por el pase a la final.

Sólo siete años después de haber dejado la práctica del "aussie rules" (fútbol australiano) para concentrarse en el tenis, Hewitt se convierte en el rey de su deporte. Su decisión se había demostrado muy adecuada ya con 16 años, cuando sorprendió ganando el torneo de Adelaida, su ciudad natal, en el que era el segundo torneo del circuito mayor en su vida.

Hijo de un jugador de fútbol australiano y de una profesora de educación física, admira al golfista Tiger Woods, fue incluido en la revista "People" entre los australianos más atractivos y seleccionado por la misma publicación en noviembre como uno de los "50 hombres más sexies".

Hewitt parece más bajo que su metro ochenta, y tras cortarse hace unos meses el cabello, abandonando la coleta que se había dejado crecer, parece también mayor.

Rubio y de pocas sonrisas, se sabe de memoria cada diálogo de la saga de "Rocky" protagonizada por Sylvester Stallone, corre con frecuencia por las dunas de la playa de Adelaida para incrementar la fuerza de sus piernas y practica espontáneamente series de 400 metros para desarrollar su velocidad. Su juego es una versión modernizada del estadounidense Michael Chang, con más potencia, velocidad y alcance en sus tiros, además de una concentración feroz.

Lleyton Glynn Hewitt es un muchacho precoz. No sólo conquistó Adelaida aquella vez, sino que al año siguiente, cuando fue convocado para enfrentar a Estados Unidos en Boston en los cuartos de final de la Copa Davis, se puso el equipo al hombro, ganó partidos clave y fue figura en la conquista del trofeo.

Novio desde hace tiempo de la jugadora belga Kim Clijsters, habló con ella y con Rafter antes de la final del US Open ante el estadounidense Pete Sampras para pedirles consejo: a Clijsters por saber lo que es jugar una final de Grand Slam -perdió este año la de Roland Garros- y a Rafter por haber ganado dos veces el US Open.

Pero el discurrir de Hewitt en ese torneo y en presentaciones anteriores estuvo lejos de ser plácido. Fue repudiado unánimemente en junio en Roland Garros al calificar de "retrasado" a un juez de línea tras un fallo con el que no estaba conforme, y generó una pequeña tormenta en septiembre en Nueva York cuando bordeó el racismo en una de sus frecuentes explosiones.

Su rival en la primera semana era el estadounidense James Blake. Enfurecido con un juez de línea que le cantaba una falta de pie al servir, Hewitt se dirigió al juez de silla y pronunció una frase más que desafortunada: "Míralo. Y míralo a él. ¿Ves alguna similitud?". El juez de línea era negro, y Blake, mulato. Las acusaciones de racismo se multiplicaron, pero Hewitt capeó el temporal. Negó ser racista, respondió una y mil veces las preguntas sobre el asunto y se concentró sólo en jugar, dejando de lado sus ampulosos gestos y gritos en la cancha.

Así llegó a Sydney, en sostenido ascenso mientras el brasileño Gustavo Kuerten, número uno hasta esta semana, iniciaba una caída libre. Hewitt ya no es sólo el rostro de "duro" de la campaña de la ATP "pelotas nuevas, por favor". Desde hoy es bastante más que eso: es el mejor.
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