BARCELONA/SANTIAGO.- Fue el resumen del año. Eso. No se le podía pedir mucho más a Chile que intentar aprovechar sus quince minutos de fuelle (fueron diez, de los 15' a los 25' en el primer tiempo) y terminar perdiendo, como fue la tónica del año, ante un rival como Cataluña que era más nombre que fútbol y que con tanto cambio le puso el toque chacotero a un amistoso que estuvo definitivamente de más.
El orden impuesto en los primeros minutos por Garcés -con Valdés y Pizarro inclinados por la izquierda- comenzó a rendir frutos a medida que los catalanes fueron víctimas de sus propios ímpetus, cargados a su vez por lo que hiciera Sergi por la izquierda, que fue poco y malo, más encima.
Un par de intentonas por cada lado (no hubo una sola atajada directa de riesgo en todo el partido, salvo un rebote en Toro en el segundo tiempo a un tiro de Gabri) y el resto del primer tiempo fue para cabecear y para tratar majaderamente de encontrarle el hilo de la razón de ser a este encuentro.
La segunda parte no fue mala. Fue muy mala. El solitario gol de García fue un accidente entre choques en mitad de cancha, carrerones del "explosivo" Martel -como el relator de turno de Canal 13 no se aburrió de llamarlo- que no terminaron en nada bueno, y los cada vez más desentendidos y aburridos hinchas catalanes que se entretuvieron lanzando humo con extintores y haciendo la ola en un congelado estadio.
Cataluña hizo tantos cambios que sólo quedo el colegiado Téllez como cara reconocible. Chile, más recatado, hizo entrar a unos pocos menos, pero lo suficiente para terminar "apichangando" el discreto espectáculo.
Nada para el recuento. De fútbol, poco y malo. Era para no ir y para no verlo. Como fue Chile este año. El mejor resumen de lo peor que hemos vivido.