RIO DE JANEIRO.- Los jugadores del Botafogo se declararon en huelga, el presidente del Flamengo, Edmundo Santos Silva, es objeto de graves acusaciones y la 'torcida' del Fluminense es quien da las órdenes en el antiguo club, en tres ejemplos de la grave crisis en que está sumergido el balompié carioca.
Mientras el principal dirigente de la Federación local, Edmundo Viana, está bajo investigación por sospechas de corrupción y desvío de dinero, los jugadores del Botafogo se niegan a jugar hasta que se les paguen los salarios atrasados, que debían haber sido saldados hace diez días.
"La decisión es un alerta a la dirección del club. Cabe aclarar que estamos amparados por la Ley Pelé", reza el manifiesto divulgado por los jugadores, que publica hoy por la prensa brasileña.
El Flamengo, que no ha ganado un solo partido en lo que va de año, sufre una grave crisis institucional. El destituido vicepresidente de fútbol del club, Mario César Monteiro, formuló graves acusaciones contra el presidente Santos Silva y exigió su renuncia.
Según Monteiro, "el Flamengo está de rodillas" ante el jugador yugoslavo Petkovic, "un jugador segregacionista que vive del gol que hizo en la final del tricampeonato".
En el Fluminense, un grupo de hinchas ocupó el martes la sede del club, puso boca abajo los tradicionales carteles de apoyo a los jugadores y acorraló a la dirección, que acabó concediéndoles una entrevista con los jugadores.
El martes mismo, el Fluminense obtuvo una triste victoria, que da la pauta de la estrechez económica del club: logró postergar la subasta de la sede debido a impuestos debidos al municipio carioca por valor equivalente a unos 150.000 dólares.
Mientras tanto, el presidente del Vasco da Gama, el diputado Eurico Miranda, se enfrenta en la Cámara Baja federal a un proceso de desafuero bajo acusaciones de corrupción y el Procurador General de la República, Geraldo Brindeiro, espera informaciones que solicitó para procesarlo por la presunta apropiación de dinero del club.