BUENOS AIRES.— Ni siquiera 1.200 policías y la advertencia de que habrá penas más duras para los revoltosos parecen una garantía de que habrá tranquilidad en el superclásico del domingo entre Boca y River.
"No podemos garantizar que no habrá hechos de violencia", dijo el miércoles el subcomisario Cayetano Greco, uno de los encargados del operativo de vigilancia dentro y fuera de la cancha de Boca.
"No podemos actuar en la cabeza de cada individuo", agregó en declaraciones a la prensa Greco, que pertenece a la comisaría 24º, con jurisdicción en el barrio de La Boca.
Greco dijo que las leyes argentinas son blandas y que "aquéllos que producen desórdenes salen al otro día de la cárcel. Por eso, a la policía, en cierta manera se le pierde el respeto y la autoridad ya que no tiene el amparo de la ley".
El jefe policial habló un día después de que el gobierno estuvo cerca de suspender la actividad futbolística, pero optó en cambio por impulsar leyes que castigan con mayor dureza los delitos en los estadios. Esas leyes aún deben ser tratadas y aprobadas por el Congreso nacional.
Por su parte, el encargado de los operativos de seguridad cuando River juega como local, comisario Carlos Gheroni, dijo el lunes que "no es problema de poner 1500 policías, como si fuera una guerra o un campo de concentración. Si hay 1000 personas que quieren pelearse, se van a pelear".
En lo que va del año murieron cuatro personas, tres de ellas hace poco más de dos semanas, y más de 200 resultaron heridas en diversos incidentes.
Las hinchadas de Boca y de River son enemigas de toda la vida.
En 1994, en el episodio más violento entre ambas hinchadas en los últimos tiempos, murieron dos fanáticos de River en una emboscada tendida por barras bravas de Boca, a la salida de un superclásico.
Por temor a la violencia y por la crisis económica, la venta de boletos marchaba en forma muy lenta y daría la impresión de que la cancha de Boca no presentará el lleno que suele lucir en los superclásicos.