ANS-LIEJA, Bélgica.- El italiano Stefano Garzelli, del equipo Mapei, cumplió los pronósticos que le daban como claro favorito para ganar en la meta de Lieja, la segunda del Giro de Italia, y al mismo tiempo enfundarse la camiseta de líder que en la salida lucía su compatriota Mario Cipollini.
Hace unos días Garzelli regaló la victoria a su compañero de equipo Paolo Bettini en la clásica Lieja-Bastoña-Lieja, por lo que en esta ocasión le tocaba a él cruzar la línea de meta, además con ese premio añadido que es la camiseta de líder.
El italiano, vencedor del Giro en el año 2000, invirtió en los 209 kilómetros de viaje, entre la ciudad alemana de Colonia y la belga de Ans-Lieja, 5 horas, 25 minutos y 12 segundos, mismo tiempo que su compatriota Francesco Casagrande y dando tiempo a un reducido pelotón.
Ahora la general queda con Garzelli al frente seguido de Casagrande a 13 segundos, el también italiano Guidi es tercero a 19, el belga Rik Verbrugghe es cuarto a 19 y el primer líder de la carrera, el español Juan Carlos Domínguez, quinto a 21 segundos.
Fue un final menos explosivo que el de la clásica belga, pero bastante movido, pues los que conocen el muro de San Nicolás, no dudaron en marcar un fuerte ritmo, a pesar de que el pelotón no llegó castigado como suele ocurrir en la clásica.
La totalidad de los considerados grandes "clasicómanos" se presentaron de la mano en las primeras rampas, por lo que el desenlace era un tanto imprevisible. La experiencia de Garzelli y Casagrande fue suficiente para despejar esas dudas, pues fueron los que marcaron el ritmo que más les convenía para disputarse entre ellos el triunfo.
El comienzo de etapa, no obstante, fue bastante rápido, pues muchos corredores interpretaron la misma como si de la clásica Lieja-Bastoña-Lieja se tratase, y por ello que entre los kilómetros 7 y 15 se formara un pelotón de dieciocho corredores entre los que estaban el español Marcelino García, el ruso Dimitri Konischev y el italiano Pietro Caucchioli.
Llegaron a tener hasta minuto y medio de ventaja, pero su aventura llegó a su fin en el kilómetro 32. Tirones y más tirones, hasta que en el 53 se marchaba el belga Ief Verbrugghe; mientras que en el pelotón el italiano Paolo Bettini, último vencedor de la Lieja, sufrió una caída sin mayores consecuencias.
A Verbrugghe se le unieron poco después, hacia el hito kilométrico 77, los colombianos Oscar Mesa y Fredy González. Y llegaron a abrir un hueco de hasta 4:44 minutos, por lo que el belga pasó a ser el líder provisional de la carrera.
El pelotón comenzó a avivar el ritmo lo mismo que Verbrugghe, lo que hizo que sólo Mesa lograra seguir su rueda y González era neutralizado por el pelotón, y poco a poco se iba acercando al dúo de cabeza.
La neutralización se producía en el kilómetro 153. Comenzaba otra carrera, pues los ilustres, los especialistas en clásicas y aspirantes al podio del Giro comenzaban a ocupar las primeras posiciones en el pelotón y así evitaban sorpresas.
Los últimos kilómetros de la etapa eran los mismos que incluye la prestigiosa clásica belga Lieja-Bastoña-Lieja, con el mítico muro de San Nicolas, un puerto corto, pero con desniveles que llegan 11 por ciento.
En esta ocasión la diferencia es que era una etapa de una carrera larga y no una prueba de un día, por ello que el pelotón principal se presentara en las primeras rampas agrupado.
El primero en salir a escena fue Casagrande y tras él el mencionado Garzelli, el holandés Michael Boogerd, el belga Rik Verbrugghe y los españoles Angel Vicioso y Juan Carlos Domínguez, entre otros.
Un tirón que puso contra las cuerdas al último ganador del Giro, el italiano Gilberto Simoni y al hasta entonces líder el también italiano Mario Cipollini, pues el ritmo fue endiablado y en la peligrosa bajada arriesgaron al máximo para hacer definitivamente la selección.
Fueron muchos los que aguantaron esa pugna entre Garzelli y Casagrande, pero tuvieron que inclinarse ante su fuerza y experiencia y conformarse con dosificar las fuerzas en el kilómetro final de suave pendiente para no perder lo que tanto esfuerzo les había costado durante todo el día.
Garzelli conseguía su objetivo, aunque en esta ocasión no pudo entrar cogido de la mano de su compañero Bettini, pues este se rezagó como consecuencia de una avería mecánica.
Este miércoles se disputará la tercera etapa, entre la ciudad belga de Verviers y la suiza de Esch-sur Alzette, de 206 kilómetros y los altos de Sauveniere de tercera categoría, y Um Knupp, como principales dificultades orográficas.