SEUL.- Corea-Japón 2002, la primera Copa Mundial de la historia que se jugará en Asia comenzará este viernes en Seúl con 32 selecciones, 736 jugadores, 20 estadios lujosos, una inédita organización compartida, un presupuesto récord de 7.500 millones de dólares, una teleplatea global de 3.500 millones de personas y cracks con sus físicos agotados.
Francia, campeón mundial en su país en 1998, abrirá la Copa ante Senegal, pero sin el principal jugador del torneo, Zinedine Zidane, víctima de un desgarro en su primera práctica en Corea, un símbolo del estado en el que arribaron al Mundial la mayoría de los grandes cracks, con sus físicos deteriorados tras campañas agotadoras en sus respectivos clubes.
El partido comenzará este viernes a las 20.30 locales (7.30 en Chile), después de una ceremonia inaugural de media hora y 2.300 artistas, en el Estadio de Seúl, con capacidad para 64.677 espectadores.
La Argentina de un Gabriel Batistuta, que amenaza iniciar el torneo en la banca de suplentes, aparece a su vez como el crédito latinoamericano de una Copa que tendrá también entre sus principales animadores a selecciones históricas como Brasil, Italia, Inglaterra y Alemania y a la eventual sorpresa africana, representada en Camerún.
Las selecciones locales, Corea del Sur y Japón, buscarán al menos clasificarse a segunda ronda, conscientes de que les será virtualmente imposible llegar el 30 de junio a Yokohama, a la final de un Mundial que será el más costoso de la FIFA, la multinacional del fútbol que llegó a la cita después de inéditos problemas internos.
Corea-Japón 2002 entró en crisis el año pasado tras la quiebra primero de ISL, operador comercial, y este año de Kirch, operador televisivo, ambos socios de una FIFA que reeligió este miércoles a su presidente Joseph Blatter, pero después de gravísimas e insólitas acusaciones de corrupción.
Las bancarrotas de sus socios, la crisis de la FIFA y la inseguridad suscitada tras los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos pusieron también en jaque al Mundial, al punto que la aseguradora francesa Axa retiró su cobertura del torneo y debió recurrirse a último momento a una nueva compañía.
Así, pese a todo, Corea-Japón, el primer Mundial de la historia que la FIFA vendió a la TV codificada, a cambio de unos 800 millones de dólares, comenzará este viernes en medio de notables medidas de seguridad, que afectarán a un total de 50.000 personas, 30.000 en Corea del Sur y 20.000 en Japón, además de misiles y tropas de Estados Unidos.
Corea del Sur, la de los "hinchas rentados"
Fruto de sus divisiones internas, la FIFA, que deseaba expandir el negocio del fútbol al jugoso mercado asiático, se vio sin embargo obligada a designar a Japón y Corea del Sur como sedes del Mundial, el primero que tendrá organización compartida.
Se trata de dos países con profundas divisiones históricas, a partir de que el primero de ellos invadió al segundo entre 1910 y 1945, suprimiendo su lengua y cultura e inclusive humillando sexualmente a más de cien mil de sus mujeres, muchas de las cuales aún hoy reclaman una indemnización al gobierno nipón.
En Japón, el fútbol profesional existe desde hace apenas una década y dista de tener la popularidad del sumo o el béisbol, mientras que en Corea del Sur tiene mayor masividad, pero la liga profesional de ese país cuenta con apenas doce equipos y el gobierno debió contratar hinchas rentados para que alienten a las selecciones visitantes.
Los nombres de los lesionados Zidane y David Beckham, ambos muy populares en Oriente, además de Ronaldo, Rivaldo, Batistuta, Juan Verón, Francesco Totti, Michael Owen, Luis Figo, Raúl, Alvaro Recoba y José Luis Chilavert asoman con luz propia en una lista de jugadores que, por primera vez en la historia de los Mundiales, serán sometidos a controles antidoping sorpresivos y cruzados, que incluirán inéditas extracciones de sangre.
Como pocas veces antes, el Mundial 2002 ofrece una rica lista de cotizados atacantes, pero ello, según los especialistas, no tiene por qué implicar un fútbol ofensivo, pues la mayoría de los técnicos anuncia esquemas especulativos y privilegia el juego físico antes que el técnico, una característica, en realidad, del deporte moderno.
Estadios lujosos, como el de Sapporo, que costó 500 millones de dólares y será sede del Argentina-Inglaterra, acaso uno de los cotejos más atractivos de la primera fase, implicarán un presupuesto récord de 7.500 millones de dólares para ambos países, mientras que la FIFA aguarda recaudar cerca de 900 millones de dólares.
El primer Mundial en Asia incluirá por primera vez a la selección con la mayor hinchada del mundo, China, y también debutarán en una Copa FIFA selecciones como Ecuador y Senegal, orgullosas de participar en un certamen que, hasta hoy, no había logrado agotar sus 3 millones de boletos, con problemas de última hora que tienen bajo jaque a los comités Organizadores.
La 17a Copa de la FIFA, la primera del milenio, primera también que se juega fuera de Europa y América, podrá quebrar la paridad 8-8 del duelo eterno de los Mundiales, Europa vs. Sudamérica: el campeón ganará 8 millones de dólares, pero, más que ello, su título servirá seguramente para inflar pasiones nacionalistas que sólo la pelota parece movilizar en estos tiempos globalizados.