ULSAN, Corea del Sur.- Doce años alejados de los mundiales no pasaron en vano para Uruguay, que fue ingenuo en su regreso a la Copa del Mundo con una derrota inapelable por 2-1 ante Dinamarca, que se apoyó en los goles de su verdugo, el atacante Jon Dahl Tomasson.
Los charrúas quedaron pendiendo de un hilo en el Grupo A del Mundial Corea/Japón 2002, ya que con el sorpresivo triunfo de Senegal en la apertura del torneo, gran parte de su opción de pasar a la segunda ronda se definía en el duelo ante los daneses.
Se vio a un Uruguay entusiasmado en los primeros minutos, con poco orden, pero al menos con empuje, principalmente liderado por Alvaro Recoba. Dinamarca, en tanto, no se quedaba con los brazos cruzados y, siempre ayudado en su coordinado juego colectivo, inquietó a la defensa sudamericana.
El juego aéreo fue el medio preferido para provocar peligro en ambas áreas, pero la seguridad de ambas defensas quedó en evidencia al completarse la primera media hora.
La apertura de la cuenta se produjo casi al cerrarse los primeros 45 minutos, cuando Jon Dahl Tomasson -el goleador del Mundial hasta el momento- anotó su primer tanto en una espectacular jugada colectiva coordinada con Jesper Gronkjaer.
En la segunda fracción, Uruguay salió inmediatamente en busca del empate y lo logró con apenas dos minutos jugados tras el pitazo de reanudación. Darío Rodríguez, con un espectacular zurdazo desde la entrada del área, marcó el esperado empate celeste.
Luego de la igualdad, Uruguay se reservó en defensa y notoriamente se contentaba con el punto que, si bien no le reportaba grandes opciones de clasificación, al menos los dejaba en buen pie para sus otros dos encuentros del Grupo A.
La decisión del técnico Víctor Púa les costó caro, ya que Dinamarca, que nunca renunció al ataque, siguió insistiendo por medio de un fútbol bien construido, directo y rápido, hasta que dio frutos a sólo siete minutos del final. Jon Dahl Tomasson volvió a dejar a Carini en el piso, esta vez por medio de un cabezazo certero.
Con esta caída, los uruguayos se ven obligados a sumar un triunfo ante Francia, su próximo rival, para seguir teniendo esperanzas de avanzar en tierras orientales.
