Hamburgo.- Las selecciones de fútbol se están convirtiendo paulatinamente en equipos multinacionales. No sólo los grandes combinados europeos ya no pueden prescindir de la "ayuda del exterior", sino también países con menos tradición futbolera tienen en sus escuadras a jugadores nacionalizados.
Tal es el caso de Japón, que apuesta sus fichas al juego del brasileño Alexandro Santos, del Club Shimizu S de la local J-League. Su ex compatriota Jose Clayton disputa entretanto su segundo Mundial en las filas de Túnez.
El holandés Hans Vonk, de 32 años, ya cuidó la portería de Sudáfrica en 1998 y su colega George Koumantarakis es oriundo de Grecia.
La selección de Estados Unidos es otro ejemplo de globalización. Tras su boda con una norteamericana, Davis Regis, nacido en Martinica, allanó su camino a la selección nacional, donde comparte los entrenamientos con el colombiano Carlos Llamosa y el argentino Pablo Mastroeni.
Francia, vigente campeón mundial, es uno de los máximos exponentes y beneficiarios de este desarrollo. El equipo, que hace cuatro años condujo a "La Grand Nation" a un éxtasis nacional, fue celebrado como la "selección del arco iris".
Si bien los franceses no intentaron convencer a ningún jugador para un cambio de bandera, varios integrantes de la selección de 1998 y la actual tienen ancestros extranjeros o provienen de ex colonias.
Los padres de la estrella Zinedine Zidane emigraron de Argelia, Bixente Lizarazu podría haber jugado como vasco para el combinado español y los padres de Youri Djorkaeff y Alain Boghossian provienen de Armenia, mientras el franco-argentino David Trezeguet se decidió por Francia.
Varios africanos integran además esta selección: Patrick Vieira, un senegalés nacido en Dakar, el ghanés Marcel Desailly y Claude Makelele de Congo.
En el equipo alemán se destacan la estrella Miroslav Klose, nacido en Polonia, Gerald Asamoah, de Ghana, o el ex suizo Oliver Neuville.
Por su parte, Senegal, quien fue el gran protagonista del partido inaugural al derrotar a su antiguo colonizador por 1-0, tiene en sus filas a jugadores que pasaron la mayor parte de su vida en Francia. Entre ellos, el centrocampista Khalilou Fadiga, nacido en París y casado con una belga, y el artillero Sylvain N’Diaye, quien por primera vez vio la Patria de su abuelo el pasado diciembre.
Sin embargo, el cambio de nacionalidad no sólo ayuda a los equipos nacionales. Para muchos jugadores, alistarse en selecciones de otros países es la única posibilidad de perfilarse internacionalmente.
Hace dos años, el nigeriano Emmanuel Olisadebe decidió marcar goles para Polonia. "Nunca hubiera tenido una oportunidad de jugar para Nigeria", dijo.
Con la ayuda del presidente Aleksander Kwasniewski, Olisadebe obtuvo el pasaporte polaco. Y hasta ahora no defraudó. El jugador de 23 años marcó ocho goles en los partidos clasificatorios al Mundial de Corea/Japón.