PARIS.- Hecho bastante excepcional en el deporte: la final de mujeres del Abierto de tenis de Francia opondrá el sábado en Roland Garros a dos hermanas, las estadounidenses Venus, que cumplirá 22 años el 17 de junio, y Serena Williams, de 20, seguras de ocupar, por primera vez en la historia las dos primeras plazas de la clasificación mundial WTA el lunes.
"Algún día no seremos tenistas, pero siempre seremos hermanas", subrayó la mayor para explicar que el duelo fratricida no podrá romper su unión familiar, forjada por unos padres, Richard y Oracene, que las educaron con la idea de que nacieron para dominar el tenis femenino mundial a principios del siglo XXI.
Es la segunda vez en los últimos Gran Slam que Venus y Serena, cabezas de serie número 2 y 3 respectivamente, se enfrentan en una final de un torneo importante. Y habría que remontarse a la final de Wimbledon de 1884, con las hermanas británicas Maud y Lilan Watson, para ver una situación parecida.
Fue en el Abierto de Estados Unidos cuando las Williams se encontraron con anterioridad. Venus ganó sin color un partido disputado, debido a las necesidades de la televisión, por la noche: 6-2, 6-4. Lo extraño es que la revancha tendrá lugar en Roland Garros donde ninguna de las dos había superado, en 10 intentos, los cuartos de final. Su físico atlético y su juego potente parecía incompatible con la paciencia necesaria para el polvo de ladrillo parisino.
Pese al éxito de Serena, Venus saldrá como favorita debido a que tiene una mayor experiencia en grandes acontecimientos, algo que probó ganando 25 de las 36 finales disputadas, dos ellas en Wimbledon y otras dos en el Abierto de Estados Unidos, en 2000 y 2001.
Además, Venus no cedió ninguna manga desde que comenzó el torneo, contra dos que perdió su hermana, quien incluso tuvo un recorrido más difícil, sobre todo al tener que enfrentarse en semifinales con la estadounidense Jennifer Capriati (N° 1), ganadora del torneo el año pasado.
La única certeza es que una tenista de color levantará el trofeo Suzanne Lenglen en la pista central, algo que no se veía en París desde el triunfo de la estadounidense Althea Gibson en 1956.