LONDRES.- El servicio, un factor clave en Wimbledon, hizo hoy aparición con dos grandes especialistas, el australiano Mark Philippoussis y su compatriota Wayne Arthurs, y un tercero, el holandés Richard Krajicek, que sufrió para mantenerse en pie como el único ex campeón vivo en el torneo.
Philippoussis convirtió 33 saques directos para dejar fuera de combate al alemán Nicolas Kiefer, por 3-6, 6-3, 6-4 y 6-2, y reclamar un puesto en los octavos de final. Una clasificación inimaginable para él cuando hace poco su médico le prohibió taxativamente que jugara tenis, si no quería quedarse inválido para el resto de su vida.
Invitado especial de la organización después de que su ránking se hubiera destruido hasta el 104° debido a seis meses de baja el año pasado tras sufrir su tercera operación de rodilla izquierda en 14 meses, Philippoussis ha vuelto a este club donde fue campeón junior en 1994 y donde dio prueba de su tenacidad al ganar en el 2000 el partido más largo en la historia de este torneo, desde la era Open, cuando venció al holandés Sjeng Schalken en cinco sets y en cinco horas y cinco minutos.
Su tesón le lleva a competir, en busca de los cuartos de final por cuarta vez en su carrera, a pesar de que su rodilla herida sólo tiene el 55 por ciento de cartílago, y que debe ser inyectado cada seis meses. Pero su hombro se mantiene firme y en tres partidos lleva ya la friolera de 81 saques directos.
La "torre holandesa" está de vuelta
La historia de Richard Krajicek es similar a la del australiano. Primer campeón holandés (1996) cuando venció a Pete Sampras en cuartos y luego a Malivai Washington en la final, el de Rotterdam también tiene su ránking protegido pues está ausente del circuito desde noviembre de 2000. En marzo de 2001 sufrió una operación para reparar el tendón de su codo derecho y permaneció 19 meses sin jugar.
Limitado con su saque porque también su hombro derecho tuvo que ser operado antes, Krajicek sólo marcó hoy 11 "aces" para vencer al tailandés Paradorn Srichaphan, verdugo de Andre Agassi, uno de las grandes sorpresas del torneo y que había recibido la llamada del primer ministro de su país al doblegar al estadounidense.
Krajicek impidió la segunda llamada oficial al doblegarle por 7-6(5), 6-4 y 6-2, pero antes tuvo que sufrir lo indecible con sus pies, plagados de ampollas por lo que incluso le perforaron las uñas para que la sangre pudiera salir.
El médico del club tuvo que administrarle lidocaina en esa zona, y luego, en la pista, rociarle con un vaporizador de hielo para insensibilizarle. En su caso, Krajicek recordó que la figura del croata Goran Ivanisevic, campeón el pasado año, le inspira. "El pudo ver la luz al final del túnel el pasado año, yo no soy religioso, y todavía no la he encontrado pero quizás alguien me esté cuidando", señaló.
El próximo enfrentamiento entre ambos, Philippoussis y Krajicek, promete ser un duelo de cañoneros, y pobre la pista que los albergue.
Otro australiano, Wayne Arthurs, finalista en el torneo de Nottingham, hizo gala de este enorme poderío al saque al conectar 32 directos (lleva, como Philippoussis, 81 en tres partidos) y vencer al estadounidense Taylor Dent por 7-6, 7-6, 6-7 y 7-6. Ahora se enfrentará con el sorprendente argentino David Nalbandián, campeón de Estoril, que en su primera intervención en Wimbledon ha logrado la cuarta ronda al vencer hoy al suizo George Bastl, verdugo de Pete Sampras, por un triple 6-2.
Para continuar con la selección de favoritos, el ruso Yevgueny Kafelnikov, quinto, cuarto finalista en 1995, cayó ante el belga Xavier Malisse por 7-6, 7-5 y 6-1, con lo que entre los ocho primeros sólo quedan dos con ese rango: Lleyton Hewitt (1°) y Tim Henman (4°).
El británico Greg Rusedski (23°), otro cañonero que sacó a relucir sus armas, hizo las delicias del público de la central al destruir al norteamericano Andy Roddick (11°) por 6-3, 6-4 y 6-2.