El día más frío del año pasó a ser para mí muy cálido y diferente. Empezó a las siete am para ser exacta, porque como me acabo de cambiar de casa y vivo ahora con dos amigas aún nada está muy en su lugar y estoy ordenando cajas y bolsas.
En medio del desorden, a esa hora apareció la Sandra, una de mis compañeras de hogar, la única que tiene tele, quien se apiadó de mi y me fue a despertar para ver la final. Me metí a la mitad de su cama, gigante y cómoda, y como un par de loros empezamos a comentar el partido completito.
Ella, un poco mayor que yo, me comentaba del penal de Caszely en el '82, de lo lindos que eran esos jugadores. Igual que mi hermano, gozaba con España '82, y eso me hizo sentir más en casa, por lo que fue agradable mi primera mañana de cambio.
Pese a que me dio pena ver gateando al indomable arquero alemán, me gustó ver de vuelta a Ronaldo, que es un ejemplo de fuerza y garra. Luego de cuatro durísimos años, después de esa terrible final de 1998, ganándole a lesiones, fue la figura de nuestra mañana.
Entre medio de este evento, no era menos importante ver a un sin fin de cuerpos desnudos corriendo por el parque forestal, quienes despertaron definitivamente el domingo. Increíble ver a tantos chilenos liberándose con todo.
Me gustó verlos, me causó gracia, simpatía, frío, y calor. Era raro saber que efectivamente eran chilenos, chilenos corriendo y posando piluchos.
Amanda Kiran, entre dos finales
Pero el domingo recién comenzaba, se venía otra final, una criolla, la final del torneo de apertura. La UC enfrentaba a Rangers de Talca, en San Carlos de Apoquindo.
Temprano sonó mi teléfono, era el Toño, mi amigo, fanático de la UC desde la cuna.
-Amanda, a la una y media te va a pasar a buscar la Paula para que lleguemos a San Carlos a las dos, si no, vamos a quedar parados.
-Toño, ¿no será mucho?
-No, respondió, categórico.
No dije más. Allá nos juntaríamos con el resto de los amigos, en principio, nos íbamos los tres. La Paula, su polola, me pasó a buscar con guatero colgando. El Toño nos esperaba en su casa, y de ahí seguíamos.
Para el Toño yo soy su cábala, y siempre anda preocupado de que yo lo acompañe a ver a la UC. De hecho el me compró la entrada, con varios días de anticipación.
Llegamos al estadio tan temprano que quedamos bien ubicados. Dentro de un mar de gente encontramos a los amigos y nos relajamos. Sólo quedaba esperar en una tarde fría, mezclada con ansiedad.
Salió la UC a la cancha y empezó el carnaval, gran emoción, mil sensaciones encerradas en el estadio el cual quería explotar. Me sentí en la final de un mundial, a menor escala por la cantidad de gente y de los precios de las entradas, pero la fuerza y las vibraciones, imagino, son las mismas.
Como dice mi conserje, "siempre mi realidad es la mejor".
Los noventa minutos se fueron volando, sobre todo después del segundo gol, que relajó más a los hinchas. Ya el tercero y el cuarto fueron cosquillas en el estómago. La UC le cerraba la boca a todos, y demostraba en casa que son líderes de este torneo de apertura 2002.
Fue un festival, guiado por los
ole del público, por las canciones a Raimundo Tupper, por las alabanzas a Olmos, y el apoyo al plantel completo, que le devolvía la mano a su hinchada con este triunfo inolvidable.
El frío lo vine a sentir recién hoy en la mañana con la tos que me acompaña. Me siento pésimo, tengo con un poco de fiebre, pero nada que un paracetamol no pueda arreglar.
Y si tuviera que volver a vivir este domingo peculiar, lo haría igual, y tal vez, le pediría a la exagerada de la Paula que me llevara un guatero a mi también, a cambio de mi termo con agua hirviendo.
Amanda Kiran