MADRID.- Serena Williams, dominadora incuestionable del circuito femenino de tenis durante el pasado año, asume ’obsesionada’ la cuenta pendiente que mantiene con el Abierto de Australia, único ’grande’ que se resiste a su laureado palmarés y objeto de deseo auténtico de la norteamericana para la nueva temporada.
La ambición de la jugadora de Michigan no tiene límites. Y no está dispuesta a esperar mucho más para ensanchar sin pausa el hueco que ya se ha hecho en la historia del tenis. En caso de vencer el próximo día 26 en el Melbourne Park, Serena se convertirá en la primera jugadora en ganar cuatro torneos del Grand Slam consecutivos desde que lo hizo la alemana Steffi Graf en 1994, cuando se impuso en Australia tras haber encadenado la campaña anterior los éxitos en Roland Garros, Wimbledon y Estados Unidos.
"Mi meta prioritaria es el Abierto de Australia", ha reconocido la número uno del mundo, dueña absoluta del tenis femenino en el último año -además de los tres ’grandes’ logró ocho de los trece torneos en los que tomó parte- que, sin embargo, nunca ha sobrepasado los cuartos de final en el australiano y que no pudo disputar la edición pasada como consecuencia de una lesión en el tobillo.
La menor de las Williams lideró, sin ceder un solo set en la competición, el equipo estadounidense que logró la Copa Hopman en la primera semana de enero. Una de sus víctimas fue la belga Kim Clijsters, la última jugadora que fue capaz de ganar a Serena, en la final del Masters.
Pero la tenista de Blizen (Bélgica), instalada en el puesto número cuatro del mundo, no es la única aspirante a quebrar la ambición de la estadounidense de sólo veintiún años. Su hermana mayor, Venus, dos mundial, y Jennifer Capriati, ganadora de las dos últimas ediciones del Abierto de Australia, también están al acecho.
Los duelos fraternales entre Venus y Serena se han convertido en un hábito en las finales del circuito. La mayor, que a pesar de convivir bajo la sombra de su hermana atesora ya cuatro Grand Slam -dos en Wimbledon y dos en Estados Unidos-, es la primera en la lista para cuestionar la hegemonía de la pequeña.
También Capriati, reina del 2001 -ganó dos ’grandes y llegó a la semifinal en los otros dos-, ansía retornar a la gloria de antaño y escapar de la resignada contemplación a la que, aparentemente, se ven sometidas el resto de jugadoras.
Ausente por lesión la suiza Martina Hingis y la francesa Amelie Mauresmo, las alternativas se reducen al momento y la inspiración de la belga Justine Henin (5), la estadounidense Monica Seles (6) o las estadounidenses Lindsay Davenport (9) y Chanda Rubin (10).
Retirada del circuito Arantxa Sánchez Vicario, la presencia española entre las cabezas de serie está reducida a Conchita Martínez (31) en un cuadro de favoritas en el que la representación latinoamericana la forman las argentinas Paola Suárez (23) y Clarisa Fernández (28).