MELBOURNE.- El sudafricano Wayne Ferreira, el tenista que terminó con las aspiraciones de Juan Carlos Ferrero en los cuartos de final, fue un juguete en manos del estadounidense Andre Agassi, que destapó las esencias de su mejor juego para alcanzar la cuarta final de su carrera en el Abierto de Australia: se impuso por 6-2, 6-2 y 6-3.
Agassi ventiló en tres sets y en menos de hora y media el compromiso con Ferreira, que esperó paciente un nuevo regalo del destino once años después. Justo el espacio que ha marginado su primera presencia en una semifinal con esta.
Pero el resultado fue el mismo y el tercer tenista de la historia nacido en Sudáfrica -después de Johan Kriek y Kevin Curren- quedó de nuevo condenado a papeles secundarios. Todo lo contrario que Agassi, acomodado en el Olimpo y de vuelta hacia las sensaciones de gloria.
El tenista de Las Vegas, de 32 años, ha retomado las mejores sensaciones del mundo de la raqueta firme ante la irrupción de nuevos valores. Un gran servicio y, sobre todo, un excelente resto, establecieron las directrices del triunfo sobre el sudafricano.
Ferreira, que presumió de un saque incontestable y de una intensidad física sorprendente en el partido de cuartos, careció de frescura y de convicción en la victoria, tal vez atemorizado e impresionado por el gigante que tenía enfrente.
Y es que el jugador de Johanesburgo fue incapaz de romper el servicio de Agassi a lo largo del partido y tampoco pudo mantener firme el suyo. La velocidad del estadounidense, la rapidez en sus movimientos y la contundencia de sus puntos ganadores dejaron sin opción a su adversario.
La contundencia de Agassi dejó sin argumento la historia de una semifinal. El estadounidense se ha acostumbrado a vivir sin sobresaltos en este Abierto y será el finalista con menos desgaste de la presente edición.
La apuesta generacional está en marcha y al estadounidense dos jóvenes con aspiraciones de gloria pretenden esperarle el último día, cuando nunca ha perdido. Su compatriota Andy Roddick o el alemán Rainer Schuettler aguardan para sí una ocasión única.
