SANTIAGO.- Quedó claro que Colo Colo no se ha hecho respetar en el Monumental. Más allá de los resultados conseguidos (un triunfo, un empate y una derrota), los albos no han podido pasar a llevar a sus rivales como lo hacían antaño, incluso se han defendido tras ponerse en ventaja y tampoco han podido encontrar una línea futbolística definida.
Lo de este jueves frente a Barcelona (1-1) fue más de lo exhibido ante Independiente y Boca Juniors. Un equipo que salió a buscar arriba, presionando la salida de los defensas rivales, pero que de mediocampo hacia atrás dio muchas facilidades. El esfuerzo de Mena y Muñoz de poco sirvió ante las ventajas que dieron Leal y Díaz por sus carriles, mientras Espina se las arreglaba para tener la pelota y hacer jugar a Neira y Quinteros -abrió la cuenta a los 19'-.
El argentino anda con su cabeza clara, un segundo más rápido que sus compañeros, pero el físico no lo acompaña. Casi siempre pierde en el mano a mano y al promediar la segunda fracción debió abandonar la cancha con un golpe en la rodilla derecha.
Así fue fácil para los ecuatorianos complicar a la zaga que comanda el uruguayo Leo Ramos. Con Ayoví y Asencio bien abiertos, fue el segundo el que se transformó en un problema sin solución para Díaz, Aceval y luego Madrid. Para felicidad de Loyola, el ecuatoriano nunca pudo finalizar de buena forma todo el buen trabajo que hizo para ensamblar la jugada.
Muchas buenas, una mala y gol
El portero Loyola tuvo mucho trabajo y respondió con acierto, salvo en algunas pelotas que dio rebote, pero siempre estuvo acompañado por Gómez, Ramos o Aceval. Ahogó el grito de gol de Brizuela en tres o cuatro oportunidades, mas al final se cayó en un centro al no poder despejar y el paraguayo estuvo atento para empujarla al fondo del arco tras un rebote en Gómez (86').
Y en cuatro minutos Colo Colo hizo más cosas que en 65 de pobre respaldo. Un cabezazo de Zamorano dio en el travesaño y un defensa la despejó desde la raya y otro par de córners llevó peligro al pórtico de Cevallos.
Pero era mucho premio para un equipo que echó al tacho de la basura la posibilidad de seguir soñando con legitimidad en la clasificación para la segunda fase de la Libertadores. Todo por defender una mínima ventaja, que al final lo dejó casi con las manos vacías.
